Su codicia los despierta a las cinco de la mañana en camas king size con edredones de seda, en la habitación de 70 metros cuadrados de una mansión en Las Condes, La Dehesa o Los Trapenses, y visten trajes a la medida y se perfuman para subir a sus enormes autos de gama alta con chofer, que los conducen a espaciosas y fragantes oficinas con arreglos florales en pleno centro de Sanhattan, y se ponen a planear, con sus cinco sentidos alertas, abstraídos durante horas y días, cómo eludir o evadir al fisco, cómo burlar el código civil, cómo estafar mediante valorizaciones ficticias con auto-compras de acciones propias, cómo burlar las normas tributarias, cómo engañar el código penal, o cómo robar a la contraparte en el próximo negocio o a quién timar en la próxima inversión.
Son hombre de alcurnia, de renombre, de buenos apellidos, que ilustran las tapas de las revistas económicas y financieras. Se conocen entre sí, se encuentran en las reuniones de directorios de distintas empresas (de las que son también dueños), y se casan, inclusive, con familiares tanto de sus conocidos como de sus otros familiares. Son hijos con puestos ejecutivos heredados, y algunos pasan por un ministerio, una asesoría oficial, una dirección gubernamental, y el lunes siguiente tras salir del gobierno se convierten en presidentes de una empresa, una minera, una electrificadora, una corredora de valores, etcétera, o asumen en uno de sus directorios.
Son importantes. Por eso sería un atrevimiento compararlos con el Rey del Oxicorte, los desaliñados miembros de la banda Los Carejarro, o los asaltantes de bancos conocidos como Los Invisibles.
Pero ambos personajes, hacen lo mismo: robar, timar, estafar, tomar dinero ajeno (bien sea de otro privado, o de una entidad oficial), etcétera. Son, espiritualmente, hermanos.
Es lo que acaba de quedar en evidencia con el pronunciamiento sobre el ‘Caso Cascadas’, en que los señores de las mansiones del nor-oriente de Santiago y oficinas en Sanhattan fueron señalados por la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) como autores de “transgresiones” reiteradas a las normas del mercado de valores y los gobiernos corporativos de las empresas, provocando “gravísimos atentados a los bienes jurídicos que subyacen a la normativa”.
En tanto la SVS confirmó los delitos de valorizaciones de las acciones mediante movimientos planificados (creando un ‘mercado’ ficticio), a lo largo de 3 años, condenó a Julio Ponce Lerou (foto), Aldo Motta Camp, Patricio Contesse Fica, Roberto Guzmán Lyon, Corredora LarraínVial, Manuel Bulnes Muzard, Felipe Errázuriz Amenábar, Leonidas Vial Echeverría y Alberto Le Blanc Matthaei, a multas que suman US$164 millones.
Pero ¿qué son 164 millones de dólares, cuando la defraudación fue tres o cuatro veces superior a esa suma? Mientras no haya una consecuencia penal, esta sanción será un estímulo para seguir estafando y robando. Porque si robo 1.000 y me multan con 400, ¡qué me importa si me quedó con 600!
Distinto sería si, además de la multa, pagaran el delito con pena de prisión. Porque lo merecen y para que cojan escarmiento. De la misma manera que castigan a los que arrancan cajeros automáticos o abren forados. Así como está pagando su delito, en el caso del sistema judicial estadounidense, Bernard Madoff, pionero del mercado de acciones electrónico (Nasdaq). Fue condenado a 150 años de cárcel, además de las multas que le aplicaron, por manipular acciones y estafar. O como le ocurre a Jeffrey Skilling, alto ejecutivo de Enron, empresa desaparecida en bancarrota, que hoy cumple una pena de prisión de 24 años, por el delito de crear operaciones ficticias y esconder miles de millones de dólares a los accionistas y al fisco.
Se suma a los que acaban de ser multados por la Superintendencia de Valores y Seguros, los señores Julio Ponce, Aldo Motta, Roberto Guzmán y Leonidas Vial (y las sociedades controladas por estas personas), que fueron demandados por AFP Capital, erosionada financieramente por esas personas, en tanto “la extensión y profundidad del ilícito” que “fue detallado en las formulaciones de cargos por parte de la Superintendencia de Valores y Seguros el 6 de septiembre de 2013 y el 30 de enero de 2014″. Este pronunciamiento de la SVS ayudará a la demanda de AFP Capital, sin duda.
Sin duda el ‘Caso Cascadas’ deja al descubierto cómo es que algunos se hacen millonarios en Chile.
Julio Ponce, ex yerno del traidor, ladrón y asesino dictador Augusto Pinochet, dicen que hizo su primera fortuna en la dictadura, primero como director general de Corfo, y luego mediante ‘las privatizaciones’ de Pinochet y sus aliados (compra de empresas incautadas por la dictadura a precios irrisorios).
Deben estar orgullosos del señor Julio Ponce, los otros millonarios: Álvaro Saieh Bendeck, Roberto Angelini Rossi, Luis Enrique Yarur, Patricia Angelini Rossi, Iris Fontbona, Horst Paulmann, María Luisa Solari Falabella, Bernardo-Eliodoro-Patricia Matte y Sebastián Piñera, porque ahora los acompaña en la lista de honor que elabora la prestigiosa revista estadounidense Forbes, de las personas más ricas del mundo. La lista ahora se engalana con Julio Ponce, quien aparece con una fortuna personal de 2.300 millones de dólares.
Decir por último que en la página 708 de la resolución, afirma el señor Carlos Pavez Tolosa (foto), superintendente de Valores y Seguros:
“Que, al tenor de los hechos narrados en esta Resolución, se develan clara y manifiestamente la existencia de diversas y reiteradas infracciones a la normativa, tanto de aquella que regula el gobierno corporativo de las sociedades anónimas como la que rige el mercado de valores, por parte de los formulados de cargos. Dichas transgresiones tuvieron lugar por extensos períodos de tiempo y por diversas operaciones de altos montos, en que participan personas y entidades que, por los cargos o calidades que detentan en el mercado y en las sociedades que administran, se encontraban afectos a deberes de cuidado por cuyo fiel cumplimiento debían velar. Tales vulneraciones, más allá del daño patrimonial que representan, y en lo que específicamente importa a este Organismo, implicaron gravísimos atentados a los bienes jurídicos que subyacen a tal normativa, con perniciosas consecuencias a la confianza y transparencia que requieren las sociedades anónimas abiertas y el mercado de valores para funcionar adecuadamente. Todo ello, da cuenta de los antecedentes que, al tenor de los artículos citados en el considerando anterior, han sido ponderados por este Organismo al momento de fijar el monto de las multas que se impondrán por este acto”.
Julio Ponce, Aldo Motta Camp, Patricio Contesse Fica, Roberto Guzmán Lyon, Manuel Bulnes Muzard, Felipe Errázuriz Amenábar, Leonidas Vial Echeverría (y su Corredora Larraín Vial) y Alberto Le Blanc Matthaei, del ‘Caso Cascadas’, son catalogados como “personas importantes”.
Pero hacer dinero de esa manera, no tiene ninguna gracia. Es de delincuentes, no de gente honrada.
Por eso, estamos de acuerdo con el señor Andrés Santa Cruz, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, cuando dice: “De corroborarse las infracciones a la Ley de Mercado de Valores y a la Ley de Sociedades Anónimas, estaríamos en presencia de hechos de la mayor gravedad, que ameritan una enérgica condena de parte nuestra, por cuanto atentan seriamente contra la confianza, la transparencia y la ética que requiere el sistema económico para su correcto funcionamiento”.
Habría que modernizar, fortalecer y endurecer la legislación civil, y sobre todo la penal, para delitos económicos. Porque Chile no se merece gente de esta calaña.