Archivo de la etiqueta: Pensamiento

El Periodismo actual de Rosental Alves

resontal alvesEncontré unas reflexiones sobre el ejercicio del periodismo en estos tiempos de las llamadas “redes sociales”. Las hace el periodista brasileño Rosental Alves (foto), director del Centro Knight para Periodismo en las Américas. Y quiero destacar la proyección que hace del Periodismo en el futuro. En primer lugar, y poner como fundamental, que “los principios éticos diferenciarán en el futuro el verdadero periodismo de aquello que no lo es”.

Aunque creo que, en realidad, esta valoración de lo que subyace en el Periodismo, ha sido el factor diferenciador de un buen Periodismo y uno que no lo es, de un buen Periodista y uno que no lo es, en todos los tiempos.

A partir de esta esencia, reseña una serie de factores que corresponden, más o menos, a la mecánica. Me refiero, a los medios tecnológicos, pero también al enfoque (otra vez, la valoración ética es preponderante).

Evalúa de buena manera la herramienta llamada Wikipedia, pero debe considerarse solamente un punto de partida. En adelante, la investigación tomará muchos cauces para el periodista.

Reseña que hoy vivimos una transición de los “medios de masas” a lo que llama la “masa de medios”. Es decir, el acceso a la información ya no está concentrado en unos cuantos informativos que, muchas veces, responden a intereses creados de empresarios y corporaciones, o versiones online de diarios y medios de masas. La gente puede crear medios de información, por el libre acceso a las llamadas redes sociales, que es lo mismo que decir la internet.

En cuanto a los canales formales de información (no se refiere a los canales de televisión), la diferenciación y preponderancia corresponderá a los contenidos. Y estos dos elementos, la que pudiéramos llamar “descentralización” de los medios, o “masificación” de los medios, obliga a un nuevo modelo de Periodismo, el de los emprendedores, que el señor Alves denomina “emprendedorismo”, que responde al concepto de startups, que el traductor de Google dice que significa “empresas de nueva creación”.

En este nuevo mundo, empujado por las tecnologías y el fácil acceso a ellas, las escuelas de Periodismo deben tomarlo en consideración, y formar periodistas con proyectos propios, y no solamente periodistas para que sean empleados en las grandes empresas de medios.

Por lo demás, en el ejercicio cotidiano del Periodismo, salta a la vista lo relativamente mal que hablan y escriben los periodistas chilenos en radio, prensa y televisión, en general: “Periodismo es saber escribir bien para convertir sucesos complejos en historias sencillas y bien contadas”.

Y cuando dice “escribir”, no excluye a los periodistas de los medios electrónicos: radio y televisión. Estos periodistas son, por cierto, los que peor se expresan, justamente porque no escriben. Ellos dependen de “la improvisación”, que han elevado a la categoría de virtud, cuando es en realidad es el epítome de la falta de profesionalismo.

Recomienda el señor Alves pensar en grande. No quiere decir en cosas desmesuradas, sino en cosas de profundo contenido. No se trata de exagerar, o reseñar cosas insólitas, sino de llegar a los grandes temas, los contenidos de valor social.

Dejar de hacer noticia con los lomos de toro y la preparación de la cazuela de vacuno, para disponerse a explicar en qué consisten las reformas que se discuten en el Congreso, por ejemplo, como la tributaria y la educativa.

Nadie las ha explicado. Lo que hacen los medios es resonar las sandeces de los políticos: que si esa reforma es retroexcavadora, que si acaso el gobierno pasado no fue bueno, que la clase media desaparecerá empobrecida, que los departamentos costarán más para las nuevas familias. ¿Y qué dice la reforma? ¿Cuál es el texto? ¿Cuáles son los números que afectan la vida de la clase media? ¿Cuál es el aporte de los ricachones al mismo país que exprimen económicamente? ¿Por qué es, o no, redistributiva y equitativa? ¿Por qué las empresas mineras no están incluidas? Etcétera, etcétera.

Finalmente, dado que la mayor cantidad de información estará en la internet, el señor Alves sugiere que las noticias terminen con la pregunta: “¿Quieres saber más sobre este tema?”, para incentivar el conocimiento de las personas sobre el mundo en el que les tocó vivir.

‘El rebelde’ de Osho

17-the rebelHoy, la figura poderosa y autoritaria es claramente la del amo de su propio destino. Sobre su hombro hay un emblema del sol, y la antorcha que sostiene en su mano derecha simboliza la luz de su propia verdad duramente ganada. Si él es rico o pobre, el rebelde es realmente un emperador porque ha roto las cadenas de acondicionamiento y opiniones represivo de la sociedad. Se ha formado a sí mismo abrazando todos los colores del arco iris, que salen de las raíces oscuras y sin forma de su pasado inconsciente y creciendo alas para volar hacia el cielo. Su propia forma de ser es rebelde –no porque él está luchando en contra de nadie ni nada, sino porque ha descubierto su propia naturaleza verdadera y está determinado a vivir de acuerdo con ella–. El águila es el espíritu animal, un mensajero entre la tierra y el cielo. El rebelde nos desafía a ser lo suficientemente valientes como para asumir la responsabilidad de lo que somos y vivir nuestra verdad.

Perú y Chile, estrategias distintas ante La Haya

Logo Corte La HayaEn una columna de Opinión, el diario online El Mostrador presenta las expectativas que se viven en Chile y Perú con relación al fallo limítrofe de la Corte Internacional de La Haya (logo). La sola enumeración de hechos pone en evidencia la disparidad de criterios con que se espera el pronunciamiento (histórico) sobre la que será en adelante el área de ejercicio de la soberanía de cada país.

Mientras en Perú “desde el inicio del litigio, las autoridades adoptaron una política de sensibilización pública, basada en que su demanda es de toda justicia, lo que se ha ido acentuando a medida que se acerca la fecha del fallo”, en Chile, “el tema se encapsuló como un problema técnico y de las elites, especialmente la Cancillería y la Presidencia de la República”.

El artículo hace referencia a la incomodidad que este encapsulamiento chileno del tema (por parte de la Cancillería), también molesta en el ministerio de Defensa. Tratándose de un asunto de soberanía, Defensa debería formar parte del grupo conocedor de las entretelas del proceso. Por cierto, las Fuerzas Armadas están para eso, para involucrarse con la soberanía. Pero, al parecer, se han quedado en la concepción sanguinaria que les adjudicó el cobarde dictador Augusto Pinochet, de ser solamente una fuerza de exterminio y represión de la población civil nacional.

En Chile, pues, “el “pueblo llano” poco y nada sabe del caso”, apunta el artículo. “Mientras tanto, la prensa peruana coincide en señalar que el anuncio de la lectura del fallo del tribunal de La Haya se ha convertido en un punto de unidad nacional, que ha generado el respaldo de todas las organizaciones políticas, muy por encima de las discrepancias que tienen en otros aspectos”.

En Perú se ha tomado como un asunto de interés nacional, mientras en Chile es un asunto tabú. Nadie puede hablar de eso, y si lo hace, probablemente sea un apátrida al admitir que en Perú la clase dirigente ha confiado en su pueblo, mientras en Chile no. En Perú es de conocimiento público la disputa, acá muchos se preguntan ¿de qué se trata?

Quizás tenga razón mi bueno y querido amigo Aristarco, cuando dice: Esas son peleas de empresas pesqueras, porque a los pueblos, en nada les va a cambiar la vida después del fallo de La Haya.

Le preguntaron a Mahatma Gandhi

gandhi3Le preguntaron a Mahatma Gandhi (foto) cuáles eran los factores que destruían al ser humano. Él respondió:

“La política sin principios, el placer sin compromiso, la riqueza sin trabajo, la sabiduría sin carácter, los negocios sin moral, la ciencia sin humanidad y la oración sin caridad.

La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente se enoja, si yo estoy enojado; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.

La vida es como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí.

El que quiera ser amado, que ame».

Feliz Navidad y Año Nuevo 2013 – 2014

Reflexión de Eliane Brum sobre la vagina

eliane brumEl texto de Eliane Brum (foto) que quiero compartir, llama la atención porque sin serlo en apariencia, aborda un tema tabú: la vagina. Leerlo, parece revelar un desconocimiento, o un sentimiento de vergüenza y molestia, de las propias mujeres; más todavía, si se añade… la menstruación. La primera reacción es, en la era de la informática, ¡qué asco!

La vagina y la menstruación son, en apariencia, algo de Perogrullo asociado a la feminidad, pero cuando son las propias mujeres las que expresan malestar, y dolor, por cómo son vistas, la perspectiva cambia. Para mí, al menos. Y es la razón por la que opto compartir esta mirada diferente.

Lo que sigue es mi edición. Así comienza el texto de Eliane Brum: “Evelyn Ruman cuenta que desembarcó en el Vaticano sintiéndose una espía de la Guerra Fría. Se había impuesto una misión arriesgada, subversiva. Dentro de la bolsa donde llevaba su equipo fotográfico, tenía un frasquito con un líquido rojo y un tanto viscoso. Evelyn se agachó, abrió la tapa y vertió su contenido en el suelo. El fluido se esparció sobre la calzada, sobre las piedras. Sacó la cámara y comenzó a documentar su transgresión. Desenrolló una imagen de una mujer desnuda, de espaldas y la extendió sobre el suelo. El rojo fue inundando los interiores femeninos. Ningún guardia apareció para impedírselo, ningún turista la perturbó. Misión cumplida. Evelyn había chorreado sangre menstrual en el centro del poder católico.

–¿Por qué quisiste hacer eso? –le pregunté.

– Porque la Iglesia Católica representa todo aquello que oprime a las mujeres desde hace siglos, haciendo de la vagina algo feo y de la sangre menstrual, una cosa asquerosa.

(…) Evelyn trabaja (la fotografía) desde 1988 con la autorrepresentación sangre vaticanofemenina. Nunca tuvo dificultad para exponer su trabajo, premiado y reconocido internacionalmente. Pero, cuando intentó exhibir su obra moldeada en sangre menstrual, se encontró con las puertas cerradas. Para mostrar el rostro de mujeres condenadas a la invisibilidad, no había problema. Para mostrar su cuerpo sangrando por la vagina, no había espacio.

Evelyn se quedó sola. Incluso otras mujeres, amigas fotógrafas, liberales en todo lo demás, tacharon sus fotos como “asquerosas”. “Solo conseguí hacer la exposición porque abrí mi propia galería”, dice Evelyn. “Dan ganas de colocar una cámara para filmar la reacción de enojo de la gente, muchas de ellas mujeres, cuando ven las fotos y perciben que es sangre menstrual, sangre que salió de una vagina, la mía. ¿Si la sangre saliera de una polla (pene), tendrían tanto asco?”

(Estoy presumiendo (dice Eliane Brum), claro, pero creo que parte de aquellos que leen este texto, a estas alturas ya soltaron algunos “¡Qué asco!”. ¿Acerté? …)

En este momento, la australiana Casey Jenkins realiza una performance a la que ha llamado “Casting Off My Womb” (en traducción libre, “Tricotando mi útero”). Cada mañana, pone un ovillo de lana clara en su vagina y tricota una bufanda. El objetivo de la obra, conforme declaró a la prensa, es hacer la vagina de la mujer “menos chocante o amenazadora”. Casey quería mostrar que “la vagina no muerde” al ligarla con un acto acogedor y “calentito”, identificado con las clásicas abuelitas, como el acto de tejer una manta. La bufanda uterina que envuelve sensualmente la vagina de Casey, acaricia sus grandes y pequeños labios y hace cosquillas en su clítoris estará concluido en 28 días.

(¿Más asco?)

Es probable que la escritora americana Naomi Wolf, autora de “Vagina: una biografía”, tenga razón al decir que “la revolución occidental sexual falló”. O, por lo menos, “no funcionó lo suficientemente bien para las mujeres”. La propia trayectoria del libro es la prueba de que la vagina sigue siendo amenazadora –como cuerpo, como imagen, como palabra–. Cuando se lanzó la obra, en 2012, en el mercado de lengua inglesa, la tienda de Apple puso asteriscos en el título: V****a. La vieja vagina, censurada por la marca que representa el avance tecnológico de nuestro tiempo, fue casi la constatación de la denuncia contenida en el libro.

En su libro, Naomi Wolf define la vagina como “el órgano sexual femenino como un todo, de los labios al clítoris, del agujero al cuello del útero”. Ese todo forma una compleja red neuronal, en la cual hay por lo menos tres centros sexuales –el clítoris, la vagina, el cuello del útero– y posiblemente un cuarto –los pechos. Naomi defiende que la vagina no es solo carne, sino un componente vital del cerebro femenino, conectando el placer sexual amoroso con la creatividad, la autoconfianza y a la inteligencia de la mujer.

La conclusión es obvia y no es nueva, ni por eso menos importante: masacrar la vagina –ignorándola o haciéndola algo sucio, prohibido y chulo, sea por las palabras o por las acciones– masacra a las mujeres en su totalidad.

Al aniquilar la vagina, se aniquila a la mujer entera, se secuestra su potencia. “Al contrario de lo que nos hacen creer, la vagina está lejos de ser libre hoy en Occidente”, dice Naomi. “Tanto por la falta de respeto como por la falta de comprensión de su papel”.

(…) La violencia contra la vagina se disemina en la vida cotidiana, dentro de casa, en el trabajo, en el trayecto entre la casa y el trabajo, en todos los espacios, incluso los de ocio. Las mujeres están tan habituadas a ella desde que nacen que ya la interiorizan como “normal”. O reaccionan mucho menos de lo que deberían, resignadas a una vida entera de agresiones tan triviales que fingen no percibir. Que en este contexto aún consigan tener deseo sexual y placer con sus vaginas es impresionante.

Como ilustración, un resumen de algunos –solo algunos– momentos de mi trayectoria vital. La primera vez que un hombre me tocó, era una niña. Él, un niño aún más pequeño que yo. Al pasar delante de mí en la calle de una ciudad pequeña, dio un golpe fuerte en mi vagina y dijo: “Vaginona”. Fue mi primer contacto. Volví a casa llorando, pero me sentía tan avergonzada de tener vagina que no se lo dije a nadie. Ya adolescente, caminando por el centro de Porto Alegre, vestida con una minifalda, un hombre escupió en mis partes. En el autobús atestado de la facultad, intentaron masturbarse en mi culo más de una vez. Un Día de la Madre llevé a mi hija de nueve años al cine. Un hombre se sentó a nuestro lado y comenzó a acariciarse.

De adulta, en el trabajo, en las redacciones por donde pasé, oí todo tipo de cosas sobre la vagina, y también mis compañeras. La mejor de todas: “La mujer es la parte pesada de la vagina”. La dijo un hombre inteligente y realmente gentil, que creía estar haciendo una gracia con compañeras “sin frescura”. Nosotras nos reíamos para no ser “la parte pesada –y encima sin humor– de la vagina”.

(…) Y no me parece que la respuesta para la violencia generalizada contra la vagina y el deseo sexual femeninos sea transformarse en una atleta sexual con orgasmos circenses. Este es un patrón para el consumo y para el mercado que responde más a la imagen, también estereotipada, del que sería el comportamiento masculino en la cama.

(…) La imagen de la atleta sexual, determinada y agresiva, puede ser solo otra prisión para las mujeres. La vagina y el deseo femenino, diferentes en cada una, son más complejos y potentes que eso.

Por todo eso, Evelyn, Casey y Naomi son tan importantes. El libro de Naomi acostumbra a peregrinar por diferentes secciones de las librerías, de la pornografía a asuntos generales, ya que parece no haber lugar para encajar la vagina. Evelyn necesitó abrir una galería para poder exponer sus fotos con sangre menstrual. Y los temas de Casey, en Internet, se colocan en general en secciones frikis, mezcladas con otras “rarezas” como, por ejemplo, vender carne de ratón.

Quién escribe, siempre tiene un deseo. El mío es que tal vez, en vez de decir “¡qué asco!”, al leer este texto, usted contenga la agresión o la broma, siempre más fáciles porque calla toda posibilidad de reflexión. Y comience a pensar sobre la vagina y el papel que cada uno de nosotros desempeña, de palabra, obra u omisión, incluso en aquellos comentarios que uno cree que solo son una muestra de sentido del humor, en la reproducción de la cultura de violación y muerte de las mujeres.

Muerte física, pero también psíquica y creativa. Muerte del deseo. Una cultura que se ha ampliado y alcanzado cotas nuevas con el poder de difusión de Internet.

Marcel Proust sobre arte y literatura en su novela

marcel proustEn la celebración del centenario de la publicación de Por el camino de Swan, 14 de noviembre de 1913, Winston Manrique Sabogal establece varios pilares en la obra de Marcel Proust (foto), de los que retomo dos: ‘Creación, literatura y lenguaje’, y ‘Arte’. Se trata de frases y párrafos tomados de En busca del tiempo perdido, que nos dan información de la inteligencia superior del autor, y también de la base sobre la cual podemos hoy tener una definición, o percepción, sobre esos tópicos con una referencia plausible. De la creación, la literatura y el lenguaje, podemos leer:

–“La impresión es para el escritor lo que la experimentación para el científico, con la diferencia de que en el científico la labor de la inteligencia es anterior y en el escritor llega después. Lo que no hemos tenido que descifrar ni aclarar mediante un esfuerzo personal, lo que ya estaba claro anteriormente a nosotros, no es nuestro. Solo procede de nosotros lo que sacamos de la oscuridad que llevamos dentro y de la que nada saben los demás”. (vol. VII)

–“…para escribir el libro esencial, el único libro auténtico, un gran escritor no tiene que inventárselo, en el sentido usual, puesto que existe ya en todos y cada uno de nosotros, sino traducirlo. El deber y la tarea de un escritor son los de un traductor” (vol. VII)

–“…los libros auténticos tienen que ser hijos no de la plena luz y la charla sino de la oscuridad y del silencio”. (vol. VII)

–»(…) el hábito determina tanto el estilo del escritor cuanto el carácter del hombre, y el autor que se ha conformado en varias ocasiones con alcanzar, al expresar lo que piensa, una forma un tanto grata, está asentando así para siempre los límites de su talento. (vol. II)

–»(…) en aquella época aún pensaba que las palabras eran la forma de contarles a los demás la verdad. Incluso las palabras que me decían depositaban con tanta eficacia su significado inalterable en mi mente sensible que me parecía del todo imposible que alguien que hubiera dicho que me quería no me quisiera (…) (vol. III)

Del arte, podemos leer:

–»(…) la genialidad, por no mencionar el talento magno, no procede tanto de elementos intelectuales y especialmente agudos, superiores a los del prójimo, cuanto de la capacidad de transformarlos, de transponerlos. (vol. II)

–»Si el arte no era en realidad más que una prolongación de la vida, ¿valía la pena sacrificar algo por él? ¿No era acaso tan irreal como la vida misma?» (vol. V)

–»El único viaje auténtico, el único baño de eterna juventud, no sería encaminarnos hacia paisajes nuevos, sino tener otros ojos, ver el universo con los ojos de otro, de otros cien, ver los cien universos que ve cada uno de ellos, que son cada uno de ellos; y eso podemos conseguirlo con un Elstir, con un Vinteuil; con sus semejantes volamos de verdad de unas estrellas a otras». (vol. V)

–»Sólo mediante el arte podemos salir de nosotros mismos, saber qué ve otra persona de ese universo que no es igual que el nuestro y cuyos paisajes habrían sido para nosotros tan desconocidos como los que puedan existir en la luna. Gracias al arte, en vez de ver un único mundo, el nuestro, lo vemos multiplicarse, contamos con tantos mundos a nuestra disposición como artistas originales hay, y son más diferentes unos de otros que los mundos que ruedan por el infinito y que, muchos siglos después de que se haya apagado la lumbre de que brotaban, ora se llamase Rembrandt, ora Vermeer, nos envían su particular rayo de luz». (vol. VII)

–»La felicidad le resulta salutífera al cuerpo, pero es la pena la que desarrolla las fuerzas de la mente. Por lo demás, aunque no nos descubriese en todas las ocasiones una ley, no por ello dejaría de ser indispensable para encauzarnos hacia la verdad en todas las ocasiones y obligarnos a tomarnos las cosas en serio, arrancando en todas esas ocasiones las malas hierbas de los hábitos, del escepticismo, de la superficialidad y de la indiferencia. Cierto es que esa verdad, que no es compatible con la felicidad ni con la salud, no siempre lo es con la vida. La pena mata a la postre. Con cada pena demasiado grande notamos que se abulta otra vena más, que va desarrollando su sinuosidad mortal por la sien o por debajo de los ojos. Y así es, poco a poco, como aparecen los estragos en esos terribles rostros de Rembrandt viejo, de Beethoven viejo, de los que todos se reían». (vol. VII)

Mala persona no es buen periodista: Kapuscinski

??????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????Nació en Pinsk, Polonia, en 1932, y murió en Varsovia en el 2007. Estudió Historia, pero se dedicó al Periodismo. Escribió para el Time, The New York Times, La Jornada, Frankfurter Allgemeine Zeituq y El País (de España), además de muchos libros. Sobrevivió a doce enfrentamientos armados, de los que informó desde el frente. Al final, dijo sobre la guerra que “es una derrota para la humanidad porque, además de poner en tela de juicio la bondad y la inteligencia, manifiesta el fracaso del ser humano: su incapacidad de entenderse con otros, de ponerse en su piel”. Sobrevivió, también, a cuatro condenas a muerte, y en el 2003 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicaciones y Humanidades, por “su preocupación por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones de todo signo”. Estoy hablando de Ryszard Kapuscinski (foto), de quien me permito compartir 10 reflexiones que hizo sobre el Periodismo. (La frase que más me gusta de Kapuscinski es esta: “Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”. Y esto, uno lo nota cuando los escucha, cuando los lee y cuando los ve.) Van, pues, las enseñanzas de un maestro auténtico, con la esperanza de que sean leídas por colegas nuevos, honestos y empeñosos, que consideren el Periodismo una razón de ser, y no una fuente de riqueza, como ocurre con frecuencia hoy.

1) “Heródoto era un hombre curioso que se hacía muchas preguntas, y por eso viajó por el mundo de su época en busca de respuestas. Siempre creí que los reporteros éramos los buscadores de contextos, de las causas que explican lo que sucede. Quizá por eso los periódicos son ahora más aburridos y están perdiendo ventas en todo el mundo. Ninguno de los 20 finalistas de la última edición del Lettre-Ulysses del arte del reportaje (premio que se otorga en Berlín), y del que soy miembro del jurado, trabaja en medios de comunicación. Todos tuvieron que dejar sus empleos para dedicarse al gran reportaje. Este género se está trasladando a los libros porque ya no cabe en los periódicos, tan interesados en las pequeñas noticias sin contexto”.

2) El periodista del XXI “se diferencia del siglo XX en el sentido técnico. Antes el periodista, cuando se iba a una guerra, tenía libertad para moverse. Dependía mucho de su talento, de su validez. Ahora, como tenemos teléfonos móviles o Internet, el jefe de redacción sabe mucho más lo que está pasando. El periodista destacado en un lugar sabe lo que ve, mientras que el jefe, que está en Madrid o Roma, tiene la información de varias fuentes. Al final, el periodista, en vez de llevar a cabo sus investigaciones, se dedica a confirmar lo que el jefe le pide desde la redacción. El sentido del trabajo ha cambiado mucho.

3) “Me gustaría que mis libros sirvieran para que los lectores del siglo XXI comprendieran lo que ha sido el nacimiento del Tercer Mundo, la llegada al poder y la soberanía de sociedades míseras, rurales e iletradas, un fenómeno sin precedentes que va a cambiar la mentalidad y el modo de vivir en todos los países”.

4) “Antes, los periodistas eran un grupo muy reducido, se les valoraba. Ahora el mundo de los medios de comunicación ha cambiado radicalmente. La revolución tecnológica ha creado una nueva clase de periodista. En Estados Unidos les llaman media worker. Los periodistas al estilo clásico son ahora una minoría. La mayoría no sabe ni escribir, en sentido profesional, claro. Este tipo de periodistas no tiene problemas éticos ni profesionales, ya no se hace preguntas. Antes, ser periodista era una manera de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad. Ahora la mayoría de estos media workers cambian constantemente de trabajo; durante un tiempo hacen de periodistas, luego trabajan en otro oficio, luego en una emisora de radio… No se identifican con su profesión”.

5) “El verdadero periodismo es intencional… Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienza con un cambio del vocabulario en los medios. En los Balcanes se pudo ver claramente cómo se estaba cocinando el conflicto”.

6) “Esta es una profesión muy exigente. Todas lo son, pero la nuestra de manera particular. El motivo es que nosotros convivimos con ella veinticuatro horas al día. No podemos cerrar nuestra oficina a las cuatro de la tarde y ocuparnos de otras actividades. Éste es un trabajo que ocupa toda nuestra vida, no hay otro modo de ejercitarlo. O, al menos, de hacerlo de un modo perfecto”.

7) “Hay profesiones para las que, normalmente, se va a la universidad, se obtiene un diploma y ahí se acaba el estudio. Durante el resto de la vida se debe, simplemente, administrar lo que se ha aprendido. En el Periodismo, en cambio, la actualización y el estudio constantes son la conditio sine qua non. Nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo, profundo, dinámico y revolucionario. Día tras día, tenemos que estar pendientes de todo esto y en condiciones de prever el futuro. Por eso es necesario estudiar y aprender constantemente”.

8) “Podemos encontrar muchos periodistas jóvenes llenos de frustraciones, porque trabajan mucho por un salario muy bajo, luego pierden su empleo y a lo mejor no consiguen encontrar otro. Todo esto forma parte de nuestra profesión. Por tanto, tened paciencia y trabajad. Nuestros lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas, que reconocen enseguida la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociarla con nuestro nombre; saben que de ese nombre van a recibir un buen producto. Ése es el momento en que se convierte uno en un Periodista estable. No será nuestro director quien lo decida, sino nuestros lectores”.

9) “Una de las cosas que resulta fundamental entender es que, en la mayor parte de los casos, la gente sobre la que vamos a escribir la conocemos durante un brevísimo periodo de su vida y de la nuestra. A veces vemos a alguien durante cinco o diez minutos, estamos viajando a otra parte y a esa persona no volveremos a verla nunca más. Por tanto, el secreto de la cuestión está en la cantidad de cosas que estas personas son capaces de decirnos en un tiempo tan breve. El problema es que las personas, en un primer contacto, son generalmente muy calladas, no tienen ganas de hablar. Es una experiencia que todos compartimos: es necesario cierto tiempo para adaptarse al otro. ¡Pero esos escasos minutos a veces son los únicos que tenemos para hablar con una persona! Para un periodista, si esos minutos transcurren en silencio o generan una comunicación insatisfactoria, el encuentro es un fracaso. El éxito depende entonces de situaciones que están fuera de nuestro control, casi de “accidentes”.

10) “Creo que para ejercer el Periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina “empatía”. Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás”.

Chile, una ‘democracia’ sin derecho a voto

votacionUn cuarto de siglo ha pasado desde que Chile pudo superar, negociadamente (y mal), el paso estructural a una democracia (fallida, según The Economist), desde el oscuro subterráneo de la dictadura de Augusto Pinochet y sus cómplices, activos y pasivos (como los señaló el propio presidente udista Sebastián Piñera). Tanto tiempo de democracia, y más de un millón de chilenos no pueden votar. Están vetados. Son parias.

Cuando esto ocurre, vuelven las preguntas (que no se hicieron en los debates televisivos con los candidatos presidenciales) de ¿qué tanto empeño pusieron los “herederos” de la democracia anterior a la dictadura de Augusto Pinochet y sus cómplices civiles y militares, para que Chile cambiara, para reivindicar la condición de ciudadanos? El resultado (no nuestra presunción) habla de que hicieron (los de la alianza llamada Concertación y este último gobierno de Sebastián Piñera) muy poco. Bastante poco. Nada. Nada hicieron para cambiar las cosas, y prefirieron acomodarse en sus sillones, y repartir puestos a sus correligionarios, a sus familiares y amigos, y obtener pingües ganancias por estar sentados allí, en los sillones del poder (y se quieren repetir esas posiciones, en las elecciones de este 17 de noviembre, sin haber aportado nada a la Democracia).

Algo tan elemental como la categoría de “ciudadano” con derechos, para los chilenos que viven en el exterior, no se ha podido lograr después de 25 años. Siguen, como en tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet y sus secuaces (pasivos y activos, militares y civiles), proscritos. Son cerca (o más) de un millón de chilenos, que los autodenominados “demócratas” (o los que se precian de tal) no les permiten todavía votar.

En el Congreso se quiso poner condiciones: que esos chilenos en el extranjero tengan bienes raíces en Chile para que se consideren chilenos. (Los chilenos pobres en el extranjeros, ¿no son chilenos?) ¿Puede una democracia y un sistema legal, ser más ridículo que esto? Que pueden votar para esto, pero para aquello, no. Ninguna condición, excepto haber nacido en Chile, debe pedírsele a un chileno para ser considerado chileno.

Un testimonio del significado de ser excluido de la democracia y del derecho a voto, porque se vive en el exterior, lo da Roberto Cociña, candidato a doctor en Sociología de la University of Wisconsin-Madison, EE.UU., fundador del Participo de Revolución Democrática, donde coordino el grupo Américas-Oceanía de la Red de Adherentes en el Extranjero. Escribe Cociña:

“Vivir fuera de Chile también es extraño. Luego de los meses de ajuste, luego de hacer nuevos amigos, acostumbrarse a otro idioma, reconocer calles y marcas de comida que eventualmente llegarán a resultarnos familiares, luego de acomodar la nueva casa para que parezca propia, luego de encajar el golpe de la distancia con la familia y los amigos, luego de todo ese esfuerzo, vivir afuera es como vivir en cualquier parte. Con la diferencia que para nosotros Chile no está de la puerta para afuera, sino de la puerta para adentro. Chile ya no está en la calle, sino que en casa. En la música, la comida y el habla. En las noticias en el monitor de la computadora. En la preocupación permanente por lo que pasa en la patria de todos, que a lo lejos se vuelve en algún sentido más propia.

Por eso resulta tan extraño, tan incómodo y tan triste que el Estado de Chile no cumpla con proveer a todos sus ciudadanos del derecho que otorga la Constitución –incluso esta– a sufragar (“La calidad de ciudadano otorga los derechos de sufragio, de optar a cargos de elección popular y los demás que la Constitución o la ley confieran”)”.

Leer aquí el artículo completo de Cociña.

‘La utilidad de la luna’ de William Ospina

William-Ospina1Acaba de terminar en Ciudad de Panamá el VI Congreso Internacional del Idioma, ante el cual el escritor colombiano William Ospina (foto), Premio Rómulo Gallegos 2009, presentó su ponencia sobre lectura y cultura, que tituló ‘La utilidad de la luna’. Me permito presentar mi edición del texto, por completo ilustrativo. Dice Ospina:

Sabemos que al llegar a su exilio en la isla de Jersey, en 1852, Víctor Hugo exclamó: “Miraré el mar”, y que Francois su hijo le respondió: “Yo traduciré a Shakespeare”. Borges ha dicho que en ese diálogo está implícita la vastedad del mar y la vastedad de Shakespeare. Sin saberlo, ambos estaban formulando de nuevo la comparación audaz que está en el soneto “Al abrir por primera vez el Homero de Chapman”, donde John Keats relaciona el descubrimiento de un libro con el descubrimiento de un mar. Aunque el joven Keats, que no tuvo tiempo de leer mucho, haya confundido en su poema a Balboa con Cortés, quizás porque pensaba menos en un hombre que en un arquetipo del explorador de mundos, la humanidad le ha perdonado su error y ha preferido recordar la metáfora: el hombre que se asoma por primera vez a un libro es como el descubridor que ve aparecer el océano Pacífico, en silencio, desde una cumbre del Darién.

El niño recibió por primera vez el libro en la voz de un anciano. Había en ese relato tierras fantásticas, ladrones, hombres que se transformaban en perros, mujeres que se convertían en yeguas, polemistas capaces de encerrar en una alforja a todo Egipto con sus camellos, sus pirámides y el inmenso desierto.

Eran tiempos de guerra y aquel libro oral de los atardeceres era un refugio contra la rudeza del mundo, una prueba de que en la vida no sólo hay crueldad sino también belleza, milagro y salvación. El anciano creía darle un cuento, pero el niño recibió una llave, con la que abriría después las bibliotecas. Para leer, lo primero que se requiere es la necesidad de escapar hacia otros mundos, la necesidad de soñar despiertos.

Después un maestro con el que nunca había hablado puso en sus manos otro libro, hecho de papel y de tinta, pero al cerrarlo el muchacho no recordaba haber visto renglones llenos de letras sino un joven que intentaba volar desde un tejado, un hombre que jugaba a las cartas con el diablo, unas montañas llenas de historias.

Aprendió que los libros son objetos mágicos. Basta abrir uno, y ya estamos en el tren de Varsovia que se dirige a todo vapor a San Petersburgo, viendo cómo conversan unos aristócratas empobrecidos; basta abrir otro y ya estamos a bordo de un barco perseguido por un dios; o en un viaje hacia el centro de la tierra, o en un castillo que tiene la forma de una calavera; o en una ciénaga donde hay un perro endemoniado.

Se preguntó por qué una de las primeras cosas que atrapan a los seres humanos son las historias de terror. No ha de faltar Edgar Allan Poe en el camino. Pero es que el mundo es esencialmente un sitio peligroso, y tal vez sea necesario vacunarse temprano contra el espanto, aplicándose unas pequeñas dosis.

Cuando alguien dijo que no se les deben contar cuentos de hadas a los niños porque los hacen sufrir, Chesterton respondió que lo que nos enseñan los cuentos no es que existe el miedo sino que es posible triunfar sobre él, que los peligros unen a los seres humanos, que el dolor despierta en nosotros la compasión, que los débiles pueden triunfar sobre los fuertes, que los fuertes deben luchar contra su propia fortaleza, que si algo nos da libertad y capacidad de resistir son las flores de la imaginación.

Hoy se piensa que los libros son mercancías: pero en realidad son lámparas en las que pueden estar guardados unos genios imprevisibles. Y aunque no toda lámpara tiene genio, lo que brota de ellos también depende de lo que hay en el alma del hombre que frota la lámpara. Porque leer de verdad no es consumir sino crear, y a menudo son los lectores quienes les revelan a los autores qué fue lo que en realidad escribieron.

El autor no es dueño del sentido de lo que ha escrito. Un creador escribe, no para comunicar algo que ya sabía, sino para descubrir algo que ignoraba. Al acto de escribir lo llamamos creación porque se espera que en ese proceso surjan cosas nuevas, que el autor sea el primer sorprendido con ellas. Paul Valery dijo que el ser humano “es absurdo por lo que busca y es grande por lo que encuentra”, y Franz Kafka dijo algo aún más perturbador: “El que busca no halla, pero el que no busca es hallado”.

Un escritor no tiene que saber plenamente qué es lo que ha hecho, pero debe tener la certeza de que lo hizo con rigor, con responsabilidad y con pasión. Cervantes podía creer que estaba contando apenas la fábula divertida de un hombre que enloquece después de leer muchos libros y que se lanza a vivir aventuras que sólo ocurren en su imaginación, pero no llevaríamos cuatro siglos extrayendo de ese libro toda clase de enseñanzas, descubriendo en sus palabras uno de los más complejos retratos de la humanidad, si Cervantes no hubiera puesto en el libro toda su capacidad creadora, su energía vital, la necesidad de darle a su vida un rumbo y un sentido.

(…)

Borges dijo que Cervantes, para huir de los reinos de la mitología, les opuso la seca realidad de Castilla, pero que su libro convirtió la seca realidad de Castilla en mitología. La historia y el mundo son de hierro y de piedra, pero, unas generaciones después, los hechos ya son otros y el mundo también. La aplastante realidad, que parecía prometida a la duración y a lo eterno: Carlomagno, Carlos V, Napoleón, Hitler, la Segunda Guerra Mundial, el Imperio Británico, la Unión Soviética, las grandes revoluciones, todo se vuelve fantasmal e intangible. Si queremos volver a tener noticias de su grandeza, tendremos que buscarla en los libros.

(…)

Sin duda ha de ser difícil empezar a leer, cuando vivimos en esto que ahora llaman la sociedad de la información. Porque hay que contrariar al menos tres males conjugados: la telaraña de las desdichas cósmicas que vierten sobre nosotros día y noche los informativos, la avalancha de datos que circulan sin contexto, y la sensación de que los hechos no tienen causa, una sensación nacida del puro frenesí de la actualidad, de una suerte de síndrome del presente puro.

Nuestra época nos crea la ilusión de que hay que saberlo todo, pero igual nos impone el deber inmediato de olvidarlo: nos contagia la alarma ante el presente y la irresponsabilidad ante el pasado. Esta época multicultural es Babel por el hormigueo de sus textos y sus muchedumbres, pero es Alejandría por esa doble tendencia de acumulación y de olvido. También fue Kafka quien dijo en su clásico tono sombrío que no estamos construyendo la torre sino el pozo de Babel.

(…)

La lectura ha tenido muchas veces en las iglesias y en los estados enemigos feroces. Pero sentimos el temor de que los dos más cordiales enemigos de la lectura terminen siendo la industria editorial y la academia. Cordiales, porque no hay duda de que están muy interesados en que la gente entre en contacto con los libros, pero enemigos, porque no se dan cuenta de que su interés primordial no es siempre la aventura de leer.

La industria editorial en nuestras sociedades, al mismo tiempo que pone el énfasis en la venta de libros, debería ponerlo también en la multiplicación de las experiencias de lectura. A diferencia de las sociedades opulentas, donde los peligros son otros, ¿no está contribuyendo aquí la sociedad de consumo a dificultar ese ejercicio mágico de apropiación del libro por los lectores? (…) Cuando acceder al libro es sobre todo una dificultad, ¿por qué quejarnos de que la gente esté leyendo menos?

(…)

Sé que tengo, como todos los escritores, el deber de rechazar la piratería de libros, aunque en el fondo no veo a la industria editorial tan alarmada con ese fenómeno. Acaso sabe que los que compran libros piratas no son los mismos que compran libros legales, que el target, como lo llaman los publicistas, es distinto, y que no hay en realidad competencia.

Pero la piratería sólo se acabará cuando los libros se hagan para todos, pensando en la capacidad adquisitiva de todos. No podemos hacer libros costosísimos y censurar a las comunidades pobres ansiosas de leer, que se resignan a réplicas defectuosas, a versiones degradadas del original.

(…)

Ya he dicho que hoy hay muchas cosas que conspiran contra la lectura; la manía superficial de la información, el espacio saturado de textos imperativos, ciertas pantallas en las que el fantasma del mundo irrumpe a cada rato proponiéndonos cambiar de ocupación. Y los maestros saben como nadie de esa dificultad contemporánea, porque aprender a leer es aprender a estar solo, a menudo aprender a estar quieto, aprender a dialogar consigo mismo, aprender a abandonar la multiplicidad de las inquietudes de la mente, la divagación fragmentaria, y acceder a concentrarse, a seguir el curso de una idea, de una trama, de una intriga, de una argumentación, de una fantasía.

(…)

Por eso es grave y estéril que se pretenda imponerle a la lectura unas finalidades demasiado limitadas. Deberíamos ser capaces con frecuencia, como decía Baudelaire, de partir sólo por partir, de leer sólo por leer. Responder al utilitarismo y a la manía de instrumentalizarlo todo, atendiendo al sentido del verso de Lugones:

Y la luna servía para mirarla mucho.

No tenemos que preguntarnos siempre para qué leemos. Tampoco tenemos que saber siempre para qué vivimos, para qué amamos. Leer debería ser una de esas cosas que se justifican por sí mismas. Eso no significa que no nos dé grandes frutos, significa que no deberíamos subordinar el placer de las músicas verbales, de las fábulas, de las tramas, de los conjuros, de los pensamientos, a una finalidad, a un propósito siempre consciente; más bien deberíamos permitir que la lectura obre en nosotros su trabajo secreto.

Quienes tengan interés en leerlo enteramente, pueden hacerlo aquí.

8 consejos de Neil Gaiman para escribir

Neil-GaimanCuando uno empieza a escribir tropieza con problemas que van de lo gramatical a lo conceptual. Quisiera uno saber cómo los resuelven los grandes escritores. Muchos mueren sin haberse referido jamás a sus problemas, y otros, más recientemente, ensayan decálogos, que buscan transmitir sus experiencias. Los más conocidos eran en otro tiempo los de Horacio Quiroga y Jorge Luis Borges. Pero hoy abundan. Lo que noto, personalmente, es que las recomendaciones van cambiando de lo gramatical a lo conceptual. Casi que algunos abocan su decálogo como una convicción de vida. En todo caso, escribir es un acto de… carpintería. Hay que pulir la madera, tener paciencia, sacar los bocados que no sirven a nuestro propósito, disfrutar el oficio, hacer la pequeñísima muesca, nivelar los ángulos, etcétera, para que al final, quien vea el mueble no pueda más que admirarlo. Pero es en ese proceso, que exige disciplina, donde está el secreto. El escritor británico Neil Gaiman (foto), revela el suyo con los siguientes ocho consejos:

1. Escribe.

2. Pon una palabra después de otra. Encuentra la palabra correcta, colócala.

3. Termina lo que estás escribiendo. No importa qué debas hacer para terminarlo, termínalo.

4. Déjalo a un lado. Léelo pretendiendo que nunca lo has leído antes. Muéstralo a amigos cuya opinión respetes y a los que les guste el tipo de cosa que esto es.

5. Recuerda: cuando la gente te diga que algo está mal o que no funciona para ellos, casi siempre están en lo correcto. Cuando te digan exactamente lo que piensan que está mal y cómo arreglarlo, casi siempre están en un error.

6. Arréglalo. Recuerda que, antes o después, antes de que alcance la perfección, tendrás que dejarlo ir y pasar a lo siguiente y comenzar a escribir la próxima cosa. La perfección es como perseguir el horizonte. Sigue moviéndote.

7. Ríete de tus propias bromas.

8. La regla principal de la escritura es que, si lo haces con suficiente seguridad y confianza, te está permitido hacer lo que tú quieras. (Esta podría ser una regla para la vida además de serlo para la escritura. Pero definitivamente es cierta para la escritura.) Así que escribe tu historia como necesite ser escrita. Escribe honestamente y cuéntala lo mejor que puedas. No estoy seguro de que existan otras reglas. Al menos no otras que importen.