Publica hoy el diario electrónico El Mostrador una historia que retrata vívidamente cómo se mueve la clase alta chilena, formando sólidos entramados de parentescos y de sociedades cuyos integrantes se cruzan unos con otros de manera casi obscena, con el fin de lucrar del Estado, de empresas y de fundaciones con fines sociales. En el caso que relata de Ximena Pérez Villamil, “Juan de Dios Vial, sus hijos Aníbal, gerente general y director vitalicio de la fundación, y León, socio de la corredora LarrainVial, que administra su patrimonio, obtienen $1.000 millones de la fundación de beneficencia”.
Alguien podrá decir, con esa mentalidad de astucia que caracteriza a los borderline, que para eso es una fundación privada y pueden hacer con ella lo que se les dé la gana. Sin embargo, más allá de esta probable afirmación, lo que interesa aquí es mostrar las redes sociales de las que habló hace unos días el actual ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, indicando que en el colegio había tenido compañeros idiotas que ahora eran directores de corporaciones y grandes empresas.
El caso que se comenta es el de la fundación Arturo Irarrázaval Correa (logo), en la que a uno de los nietos del fundador, Luis Eguiguren Hodgson, le parece francamente indecente lo que ocurre con el dinero que debería estar cumpliendo una función social. Denunció Luis Eguiguren sueldos exageradamente altos, que se adjudican los altos empleos de la fundación, y los directores que trabajan cuatro días al año solamente. Y si él, un Eguiguren acostumbrado a esas mezclas de personas y de negocios considera aberrante lo que ocurre, no es para menos que veamos una de las varias atrofias que padece la actual sociedad chilena.
El título del artículo es “Pelea en la cota 10 mil: los sueldos de la discordia en la Fundación Irarrázaval”. La “cota 10 mil” es el desnivel del suelo de Santiago, en cuyas partes altas, de la cota 10 mil hacia arriba, viven los ricachones que hacen y deshacen en el país.
Entonces, a esas alturas (y hablo literalmente) no puede uno encontrarse más que con los Vial, los Hurtado Vicuña, los Philippi Irarrázabal, los Yrarrázaval Covarrubias, los Zegers Irarrázaval y los Astaburuaga Echeverría, por mencionar los más conocidos en esta historia. Ellos son decanos o ex decanos, rectores o ex rectores, presidentes o ex presidentes de otras compañías o del gremio empresarial Sofofa, accionistas de Entel, Pucobre, Consorcio y LarraínVial (misma empresa que maneja el patrimonio de la fundación). O sea, todo está amarrado.
Los tres párrafos siguientes dan cuenta de la feria de los millones que estas pocas familias llevan a cabo en esta fundación con fines sociales. Y así como este caso, hay decenas en Chile, con socios y apellidos cruzados, formando una malla impenetrable para quienes no sean de la cota 10 mil hacia arriba.
“En junio del año pasado, Vial Larraín renunció a la presidencia de la fundación en favor de Yrarrázaval, quien era el gerente general, cargo que fue ocupado por Aníbal Vial con un sueldo mensual de $14 millones brutos.
“Yrarrázaval, como gerente general, recibía el 4% de los resultados como dicen los estatutos, lo que se tradujo en un sueldo anual de $200 millones en 2012; $288 millones en 2011 y $250 millones en 2010. Cifras que ganan gerentes del sector financiero, retail y telecomunicaciones, en empresas con gran competencia, ventas superiores a mil millones de dólares y más de 10 mil empleados. Yrarrázaval además obtenía dieta como director.
“(Luis) Eguiguren reclama que Aníbal Vial ha obtenido importantes donaciones para la revista Educar, que pertenece al Grupo Educar, del empresario Fernando Larraín Peña, controlador de LarrainVial, Watt’s y Viña Santa Carolina. Hasta asumir la gerencia de la fundación, Vial era el director ejecutivo de esta corporación que tiene un Otec (Organismo Técnico de Capacitación) que dicta cursos para profesores y una Agencia de Asistencia Técnica Educativa (ATE) para colegios vulnerables”.
Así es como funcionan estas redes sociales de la cota 10 mil. De la misma manera es como los niños ricos nacen ricos y siguen ricos, sin mover un dedo. Por herencia, no solo de dinero o bienes patrimoniales, sino también de empleos millonarios asegurados: “Este año toca renovar a los consejeros Bruno Philippi y Manuel José Zegers, porque cumplen tres años en el cargo, pero hasta ahora la tónica ha sido la reelección por décadas. Y que los hijos sucedan a los padres: ocurrió con Philippi, Arturo Yrarrázaval y José Miguel Pereira”.
Leer aquí completo el fascinante artículo de Ximena Pérez Villamil en El Mostrador.