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¡Todos a votar este 15!… MB, EM, AC

EM-MBHa sido esta que termina una campaña electoral sucia por parte del gobierno y la candidata Evelyn Matthei (derecha, en la ilustración) en contra de Michelle Bachelet (izquierda, en la ilustración). Uso la palabra “campaña sucia”, porque se le endilgaron a la señora Bachelet cosas que parten de una mentira.

Solo dos ejemplos: el ministro Felipe Larraín (Hacienda) y el secretario de la Presidencia Cristián Larroulet, dijeron, no una sino varias veces, que la inversión en Chile se iba a acabar como consecuencia de las propuestas de la candidata Michelle Bachelet. Queda uno estupefacto, oír eso de personas que se consideran cuerdas, inteligentes y decentes.

Pero como es campaña sucia… La sola mención del enunciado es vergonzosa, aunque los señores Larroulet y Larraín no se pusieron colorados. Parecían llenos de cinismo. Tuvo que salir el presidente de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (Abif), Jorge Awad, a desmentirlos.

El otro ejemplo es el de la candidata Evelyn Matthei, quien, por falta de propuestas dijo que permitir la llegada de Michelle Bachelet a La Moneda (foto), era tanto como “destruir la casa”. Esto es campaña sucia.

Es el mismo método de crear terror, que se hizo (su padre, el militar, incluido) en 1973, para desconocer y pisotear la Democracia, y lanzar a un traidor, como Augusto Pinochet, para asestarle un golpe militar al gobierno elegido popularmente.

¿Qué es lo que va a “destruir la casa”? En realidad, suena ridículo el enunciado. Pero a falta de argumentos, bueno es meter miedo.

Poco le faltó a la señora Matthei para decir que Michelle Bachelet, y sus electores, «comen guaguas».

En ambos casos, se evidencia una mala intención, un espíritu maligno.

Por eso, el domingo próximo hay que ir a votar. Por cierto, que no recomiendo hacerlo por Evelyn Matthei, quien representa la mentira, la dictadura de su padre, la desigualdad de oportunidades, la mala distribución del ingreso.

Invito, en cambio, a votar por la Asamblea Constituyente.

Y si optan, en definitiva, por Evelyn Matthei, añádanle las iniciales “AC”. De igual manera, si votan por Michelle Bachelet, escriban “AC” en la papeleta.

Una tercera opción es no marcar ninguna de las dos, ni Evelyn Matthei, ni Michelle Bachelet, es decir, votar en blanco, pero añadir las iniciales “AC”.

Todos los votos, tanto los que están “en blanco” como los que tienen las letras AC, serán escrutados por el Servicio Electoral, y formarán parte del informe sobre el resultado electoral.

Quizás gane doña Asamblea Constituyente. Me gustaría que ganara.

Una Asamblea Constituyente no es un caos. Es un mecanismo civilizado que, desde hace muchos años, muchos países han usado para dotar al pueblo de una Constitución Nacional. Es obvio que una Asamblea Constituyente no resuelve, en lo inmediato, los asuntos cotidianos, como comprar el pan y tomar la micro para ir a trabajar. Pero sí hace que se establezcan reglas de juego claras y justas para todos, sin sesgos a favor de algún grupo socio-económico, como la actual Constitución del dictador Augusto Pinochet. Y esto, en el largo plazo, da estabilidad a los pueblos y apunta a su bienestar social y desarrollo económico.

Si alguien alucinado, cree que es “tumbar la casa”, la respuesta es No, porque lo que ocurre con una Asamblea Constituyente es que “se construye” una casa, más amplia y mejor distribuida, donde quepamos todos.

¡A votar, pues! ¡Que gane la Democracia!

Presunciones del retiro político de Pablo Longueira

longueira (2)Quiero considerar la renuncia de Pablo Longueira (foto) al ejercicio de la política como un acto de honestidad. La renuncia sobreviene después de una crisis de depresión que lo postró. Crisis de depresión que lo hizo declinar la candidatura presidencial para la cual había sido escogido por los partidos de la derecha, Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Independiente (Udi). Entonces declinó seguir siendo candidato, y cayó en cama atacado de depresión.

¿Qué lo hizo caer en depresión? Un especialista podría respondernos con toda claridad médica y después de analizarlo. No lo soy, y de momento, puedo acudir a la información básica disponible sobre los factores genéticos, fisiológicos, personales y ambientales que provocan una depresión.

En cuanto a los factores genéticos, es baja la probabilidad de sufrir depresión porque la haya sufrido uno de los padres, y eso no se sabe, por lo cual se puede descartar. Fisiológicamente, corresponde a una reducción de la serotonina en las uniones neuronales. Esta condición, puede darse por antecedentes de alteraciones endocrinas, que producen, al final, la depresión.

Los antecedentes de alteraciones endocrinas tienen que ver con la migraña, la diabetes, el hipertiroidismo, el síndrome de Cushing y la enfermedad de Adisson. Descartemos la migraña, la diabetes y el hipertiroidismo, porque no se conocen antecedentes de ello, en la persona del señor Longueira.

En cuanto al síndrome de Cushing, éste se produce por un aumento de la hormona cortisol, y genera un hipercortisolismo, haciendo que su víctima sea muy delgado, y el señor Longueira no pareciera sufrir de esto.

Tenemos, por último, la enfermedad de Adisson, que corresponde a una hipofunción de la glándula adrenal, y produce languidez de ánimo, debilidad general, actividad hipocinética del corazón, irritabilidad gástrica y cambio en la coloración de la piel. Podría tener algo de esto, aunque públicamente no se ha informado, hasta ahora. De tener algo de lo anteriormente enumerado, el paso siguiente sería la depresión. Y explicaríamos la situación caótica que aquejó al entonces candidato presidencial.

Además de los factores mencionados, también hay factores personales, que mayormente competen a la mujer, como el embarazo y el posparto, por obvia alteración hormonal. Y los factores ambientales hacen relación con el estrés por exceso de actividad física y mental, profesionalmente; tiene relación con la incapacidad de encauzar los problemas, y directamente con la ansiedad.

Podría ser uno de estos factores ambientales, dado que un político depende del entorno, y un ministro, o un candidato presidencial, como lo era el señor Longueira en la etapa pre-depresión, son personas que tienen camisas de fuerza para hacer o para decir, para actuar o para hablar.

¿Cuál de estos factores, genéticos, fisiológicos, personales o medioambientales, postró al veterano político? Yo creo que hubo un proceso de paulatina conciencia de la vida, de la política y del gobierno, que lo fue poniendo en situaciones que reñían con sus principios morales y pensamientos más íntimos. Esta tensión causó estrés, generalmente un erosionador silencioso, que gatilló su depresión.

También puede ocurrir que él sepa cosas que no puede guardar en su pecho y en su mente, porque riñen con sus principios morales. No pudiéndolo hacer, llegó un punto en que no soportó ese secreto, y en lugar de revelarlo, se retiró al silencio. O cosas que han hecho sus cercanos políticos, sus amigos políticos, sus correligionarios políticos, sus financiadores de campañas electorales…

La pregunta sigue, y seguirá: ¿Qué pudo causar la depresión del político Longueira? Algo, creo, también relacionado con la familia. Porque la familia, de inmediato, lo rodeó, y la renuncia (a nada menos que la candidatura presidencial) fue presentada como un asunto de familia, y no un asunto político. Aunque fue, en realidad, un asunto personal, y luego un asunto familiar, su primera repercusión fue política.

Dijo que se retiraba de la política y volvía al sector privado, a sus empresas, sus negocios. Quiero pensar que fue por honesto. Porque no quiere enlodarse con uno, o con varios asuntos, que gravitan en su conocimiento y riñen con sus principios morales.

En beneficio de la duda, puede también tratarse de algo en lo que él sea el protagonista, y de saberse, su nombre y honra quedarían por el suelo. Quedaría, sin alarmismos, liquidado. Entonces, antes que exponerse a esa nefasta eventualidad, prefirió claudicar.

No sé si un día lo sabremos. Seguramente, sí, sabremos, como dice la juventud: la dura. La verdad verdadera. Porque nada permanece oculto para siempre bajo el sol.

En este punto, resulta curioso que otro adalid de la Udi, Pablo Zalaquet, también haya renunciado a la política, y decidido, como Longueira, volver al sector privado, a sus empresas, a sus negocios. ¿Podría estar ocurriendo algo más en esa colectividad, que es la más retardataria de todas las agrupaciones políticas que existen en Chile? Quizás ese partido, la Udi, ahora se dieron cuenta que en lo más íntimo de sus pensamientos no los representa, a Pablo Longueira, ni a Pablo Zalaquet. Y quizás ellos tampoco quieren seguir representando un partido con el que no tienen absoluta coincidencia existencial. También el tiempo lo dirá.

La Udi es sinónimo de apoyo al alevoso golpe militar encabezado por el dictador Augusto Pinochet, quien escupió y pisoteó la Democracia chilena en 1973, y después de traicionar a su jefe, el presidente Salvador Allende, sometió al país al terror, con un sistema estatal orientado al silenciamiento de los opositores, a las detenciones, a las torturas, a la aplicación de una justicia espuria y al asesinato sistemático. De esa dictadura nacieron, además, muchos negocios, muchas empresas y muchas fortunas que la apoyaron y hoy están ligadas al poder y a los partidos. La Udi, además, apoyó con ahínco, en el plebiscito de 1988, la permanencia del dictador Augusto Pinochet (quien muró impune) La Udi, el ala más derechista de la derecha chilena…

‘Todos con Michelle’, ‘Sí se puede’ con Matthei

bachelet-mattheiEn tierra derecha, como se dice en la hípica, las candidatas presidenciales, Evelyn Matthei (Alianza, foto izquierda) y Michelle Bachelet (Nueva Mayoría, foto derecha), lanzaron sus lemas de campaña, con los que aspiran a convocar a sus electores de primera vuelta, más los indecisos y quienes votaron por Franco Parisi y Marco Enríquez-Ominami. Éste ya dijo que su candidata era “la señora Asamblea Constituyente”, por lo que se espera que sus seguidores concurran a las urnas el 15 de diciembre y depositen su voto con la marca “AC”.

Michelle Bachelet (no derecha), cuyo lema en la primera vuelta era “Chile de Todos”, pasó a ser en esta segunda vuelta “Todos con Michelle”. Entre tanto, Evelyn Matthei (derecha), apeló a un “Sí se puede”, aduciendo que proviene del resonado “Yes, we can” (Sí podemos) de Barak Obama. Aunque hay un antecesor que siendo candidato usó exactamente esas palabras, “Sí se puede”: Belisario Betancur, con cuyo eslogan ganó la Presidencia de Colombia en 1982.

Lo que ahora interesa a las dos candidatas es que el electorado sea mayor al de los 6,6 millones que concurrió a las urnas el 17 de noviembre pasado, cuando habían 9 candidatos (bendita sea la Democracia). Ese volumen de votantes es bajo, pero quizás se deba a que en la primera vuelta presidencial el país estrenó la modalidad de “voto voluntario”. Algunos, sonsamente, interpretaron esto como que quedaban relevados de votar.

Creo que hay que derrotar el abstencionismo. Hay que votar. Siempre hay que votar. El voto es un arma de la Democracia, para castigar a los malos candidatos (a alcaldías, Congreso, Presidencia, etcétera), y premiar a los que hacen eco de las necesidades sociales, y trabajan para satisfacerlas.

En un escenario como el actual en Chile, cualquier cosa puede pasar. Aunque muchos dan por sentado que Michelle Bachelet gana, algunos recuerdan que su fortaleza no es tanta, pues no logró imponerse, sin apelaciones, el pasado 17 de noviembre. De hecho, estamos en la segunda vuelta. Otros, creen que Evelyn Matthei puede ganar, si encanta a los votantes de Franco Parisi que quedaron huérfanos, y a los indecisos. Aunque quizás, ¿por qué no?, gane en realidad la señora «AC» de Marco Enríquez-Ominami.

Michelle Bachelet irá a la segunda vuelta

elecciones con 98,66%

No le alcanzó a la candidata de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, para ganar la Presidencia de la República de Chile en la primera vuelta electoral realizada hoy con la mitad más uno de los votos. Tendrá que ir a segunda vuelta el 15 de diciembre.

Y lo hará contra Evelyn Matthei, candidata de la Alianza, quien sacó la segunda mayor votación. Los resultados, cuando han sido escrutadas el 98,66% de las mesas electorales, son: Michelle Bachelet 46,69% de los votos, y Evelyn Matthei el 25,01%.

Una diferencia de 21,68% a favor de Bachelet, es bien significativa. Tan significativa, como las fuerzas que compitieron por fuera del viejo sistema pinochetista “binominal” (pues Bachelet y Matthei son representantes de éste). Esas fuerzas, sumadas, representan nada menos que el 28,25% de los votos; es decir, 3,24% por encima de la candidata de la Alianza, Evelyn Matthei.

Este 28,25% responde a la suma de las votaciones de los candidatos presidenciales independientes, así: 10,96% de Marco Enríquez-Ominami, 10,13% de Franco Parisi, 2,80% de Marcel Claude, 2,34% de Alfredo Sfeir, 1,26% de Roxana Miranda, 0,57% de Ricardo Israel y 0,19% de Tomás Jocelyn-Holt.

Es decir, desagregada, esta que pudiéramos llamar “tercera fuerza” (porque está por fuera de las dos fuerzas del binominal), la votación de Marco Enríquez-Ominami se perfiló como el tercero en contienda, con ese 10,96%.

Enríquez-Ominami encabeza el Partido Progresista, que ganó en las elecciones de hoy los primeros escaños en la Cámara de Diputados, de modo que, poco a poco, hace camino y cobra peso político esta fuerza independiente.

Se da por descontado el triunfo en la segunda vuelta (el 15 de diciembre) de Michelle Bachelet, militante del Partido Socialista y candidata de la coalición llamada Nueva Mayoría, quien ya fue presidenta entre 2006 y 2010.

El otro asunto que queda pendiente, para otra ocasión, es ¿qué clase de gobierno será el de Michelle Bachelet? Permítanme anticiparme para decir, sinceramente, que no será mejor que el de Sebastián Piñera. Lo digo por la gente de la que se rodeó para poder ganar.

Día de elecciones presidenciales en Chile

elecciones presidencialesHoy es día de elecciones presidenciales en Chile. También, día en que se elige “nuevo” Parlamento: hay candidatos al Senado y la Cámara de Diputados.

Y además, día en que, por primera vez, se eligen Consejeros Regionales, porque antes eran elegidos por los concejales en cada comuna de la respectiva región. Los consejeros duran 4 años en su cargo, y su labor fundamental es analizar y aprobar temas de inversión para la Región, de coordinación y relaciones institucionales, de control y gestión, de ordenamiento territorial e instrumentos de planificación, de fomento productivo, de asistencia técnica y desarrollo tecnológico, de educación, cultura y deportes; de salud y medio ambiente, de infraestructura rural, transporte y aguas lluvias, y de cooperación internacional. Es decir, se trata de una elección de altísima importancia.

Para la Presidencia de la República de Chile se elige el sucesor de Sebastián Piñera. Entre los aspirantes, hay 9 candidatos: Roxana Miranda, Alfredo Sfeir, Tomás Jocelyn-Holt, Ricardo Israel, Marcel Claude, Franco Parisi, Evelyn Mattei, Michelle Bachelet y Marco Enríquez-Ominami.

La encuestadora Ipsos, a petición de la Universidad Santiago de Chile (Usach), estimó que en esta ocasión, cuando por primera vez el voto es voluntario, acudan a las urnas el 61% de los posibles votantes (chilenos mayores de 18 años), y quizás más.

Este dato es sumamente importante. El voto en blanco y la abstención, son entelequias. Si de algo sirvieron en el pasado, hoy resultan ser una degradación de la valoración que los votantes. El voto y la abstención, significa mirar para otro lado, mientras los demás disponen de su voto para decidir quiénes nos gobernarán en los distintos niveles. Es, nada menos, que una auto exclusión. Hoy ya no sirven esas expresiones electorales pasivas del voto en blanco y la abstención. Hay que participar, para tener el derecho a protestar.

En especial, hay que ser conscientes de por cuáles nuevos senadores y nuevos diputados votar. Hay una vieja casta que se ha apernado en el Congreso, que no legisla a favor del bienestar social. La opción es votar por estas personas que dicen una cosa y hacen otra, como los fariseos de la Biblia, o abrirse a nuevas caras de quienes pueden representarnos de manera más honesta.

Como quiera que sea, por el partido que sea, de “izquierda” o de “derecha”, o por el candidato que deba ser, de “izquierda” o de “derecha”, hay que salir a votar.

Ipsos-Usach prevén más de 61% de votantes

????????????????Ipsos, la compañía de especialistas dedicada únicamente a la investigación de mercado con base en encuestas, acaba de dar a conocer un interesantísimo sondeo de ‘Valores sociales’, de cara a las elecciones presidenciales, de congresistas y consejeros regionales, que tendrán lugar en apenas 72 horas.

A instancias de la Universidad de Santiago de Chile (logo), Ipsos encontró que la gente quiere (92%) que la salud esté en manos del Estado, y también la educación (91%), las pensiones (89%), el agua (88%), el transporte público (86%) y el gas (81%). Es decir, que el Estado se haga cargo de los servicios básicos, como expresión del bienestar de la gente (que es responsabilidad del Estado)

Sin temor a equivocarnos, basados en estos resultados, podemos decir que el sistema económico empotrado por la dictadura de Augusto Pinochet y sus secuaces, está agotado, si no fracasó. Ese sistema no brinda satisfacción social; y nos referimos a las Isapres, los fondos de pensiones, los colegios y universidades privatizados, el TranSantiago o Biotrén o el transporte público que haya en cada ciudad, así como los acueductos y la red gasífera.

Estos resultados reafirman la necesidad de llamar a votar. Un llamado dirigido principalmente a la juventud, que debe entender que el voto tiene valor si se usa, y no lo tiene si no se usa. Si usamos el voto, podemos decidir qué personas pueden gobernarnos, pero si no usamos el voto estamos dejando que otros decidan a quienes ellos quieren que nos gobiernen a nosotros.

El voto en blanco y la abstención son entelequias que, si de algo sirvieron en el pasado, hoy resultan ser una degradación de la valoración que los votantes, en tanto ciudadanos, puedan hacer de sí mismos. Una auto exclusión. Hoy ya no sirven esas expresiones electorales pasivas. Hay que participar, para tener el derecho a protestar.

Por eso es satisfactorio comprobar con la encuesta Ipsos-Usach que 79% de los encuestados quiere ir a votar este próximo domingo: 61% definitivamente Sí, y 18% probablemente Sí.

Aunque la encuesta lo reporta, dejemos a un lado eso de ‘izquierda’ y ‘derecha’, porque como vimos arriba, unos y otros quieren cambios profundos al sistema económico-social que hoy vivimos.

El estudio se detiene a detallar la clase de votantes de cada uno de los candidatos. Así, podemos resumir el resultado:

Votarán por Michelle Bachelet, la candidata de la alianza política llamada Nueva Mayoría, personas de 42 años en promedio, 77% pertenecientes a la clase media-baja, de las cuales 23% son dueñas de casa. La escolaridad de sus votantes llega a un 10% con estudios universitarios completos.

Votarán por Evelyn Matthei, la candidata de la concertación política llamada Alianza, personas de 44 años en promedio, 59% pertenecientes a la clase media-baja y 34% alta-media y alta. La escolaridad de sus votantes llega a un 21% con estudios universitarios completos.

Votarán por Franco Parisi, el candidato independiente, personas de 41 años en promedio, 54% pertenecientes a la clase media-baja y 22% alta-media y alta. La escolaridad de sus votantes llega a un 14% con estudios universitarios completos.

Votarán por Marco Enríquez-Ominami, el candidato del Partido Progresista, personas de 35 años en promedio, 64% pertenecientes a la clase media-baja. La escolaridad de sus votantes llega a un 29% con estudios universitarios completos.

Votarán por Marcel Claude, el candidato del Partido Humanista, personas de 31 años en promedio, 68% pertenecientes a la clase media-baja. La escolaridad de sus votantes llega a un 29% con estudios universitarios completos.

Los anteriores candidatos se consideran poseedores de las mayores votaciones, porque también compiten por la silla en La Moneda: el independiente Tomás Jocelyn-Holt; Alfredo Sfeir por el Partido Ecologista Verde; Ricardo Israel por el Partido Regionalista de los Independientes (PRI), y Roxana Miranda del Partido Igualdad.

Una vez más, los encuestados de Ipsos dijeron que los principales problemas de Chile tienen que ver con las desigualdades sociales y los sistemas educativo y de salud privatizados. El sondeo fue realizado entre 22 y 29 de octubre pasado, e incluye 900 encuestas online a personas de sectores urbanos, teniendo un margen de error de +/- 3,3%.

Chile, una ‘democracia’ sin derecho a voto

votacionUn cuarto de siglo ha pasado desde que Chile pudo superar, negociadamente (y mal), el paso estructural a una democracia (fallida, según The Economist), desde el oscuro subterráneo de la dictadura de Augusto Pinochet y sus cómplices, activos y pasivos (como los señaló el propio presidente udista Sebastián Piñera). Tanto tiempo de democracia, y más de un millón de chilenos no pueden votar. Están vetados. Son parias.

Cuando esto ocurre, vuelven las preguntas (que no se hicieron en los debates televisivos con los candidatos presidenciales) de ¿qué tanto empeño pusieron los “herederos” de la democracia anterior a la dictadura de Augusto Pinochet y sus cómplices civiles y militares, para que Chile cambiara, para reivindicar la condición de ciudadanos? El resultado (no nuestra presunción) habla de que hicieron (los de la alianza llamada Concertación y este último gobierno de Sebastián Piñera) muy poco. Bastante poco. Nada. Nada hicieron para cambiar las cosas, y prefirieron acomodarse en sus sillones, y repartir puestos a sus correligionarios, a sus familiares y amigos, y obtener pingües ganancias por estar sentados allí, en los sillones del poder (y se quieren repetir esas posiciones, en las elecciones de este 17 de noviembre, sin haber aportado nada a la Democracia).

Algo tan elemental como la categoría de “ciudadano” con derechos, para los chilenos que viven en el exterior, no se ha podido lograr después de 25 años. Siguen, como en tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet y sus secuaces (pasivos y activos, militares y civiles), proscritos. Son cerca (o más) de un millón de chilenos, que los autodenominados “demócratas” (o los que se precian de tal) no les permiten todavía votar.

En el Congreso se quiso poner condiciones: que esos chilenos en el extranjero tengan bienes raíces en Chile para que se consideren chilenos. (Los chilenos pobres en el extranjeros, ¿no son chilenos?) ¿Puede una democracia y un sistema legal, ser más ridículo que esto? Que pueden votar para esto, pero para aquello, no. Ninguna condición, excepto haber nacido en Chile, debe pedírsele a un chileno para ser considerado chileno.

Un testimonio del significado de ser excluido de la democracia y del derecho a voto, porque se vive en el exterior, lo da Roberto Cociña, candidato a doctor en Sociología de la University of Wisconsin-Madison, EE.UU., fundador del Participo de Revolución Democrática, donde coordino el grupo Américas-Oceanía de la Red de Adherentes en el Extranjero. Escribe Cociña:

“Vivir fuera de Chile también es extraño. Luego de los meses de ajuste, luego de hacer nuevos amigos, acostumbrarse a otro idioma, reconocer calles y marcas de comida que eventualmente llegarán a resultarnos familiares, luego de acomodar la nueva casa para que parezca propia, luego de encajar el golpe de la distancia con la familia y los amigos, luego de todo ese esfuerzo, vivir afuera es como vivir en cualquier parte. Con la diferencia que para nosotros Chile no está de la puerta para afuera, sino de la puerta para adentro. Chile ya no está en la calle, sino que en casa. En la música, la comida y el habla. En las noticias en el monitor de la computadora. En la preocupación permanente por lo que pasa en la patria de todos, que a lo lejos se vuelve en algún sentido más propia.

Por eso resulta tan extraño, tan incómodo y tan triste que el Estado de Chile no cumpla con proveer a todos sus ciudadanos del derecho que otorga la Constitución –incluso esta– a sufragar (“La calidad de ciudadano otorga los derechos de sufragio, de optar a cargos de elección popular y los demás que la Constitución o la ley confieran”)”.

Leer aquí el artículo completo de Cociña.

(II) El debate de los candidatos presidenciales

debate2El segundo día del debate televisivo con los candidatos presidenciales fue mejor que el primero. Los candidatos estuvieron menos nerviosos y sobreexcitados, y los periodistas (Iván Núñez, Beatriz Sánchez y Mauricio Bustamante) pudieron hacer las preguntas adecuadas, con un menor número de palabras. Pareció tener más sentido el debate, aún contando con un esquema de difícil manejo, debido al número de candidatos.

Chile sería un país idílico, si se pudiera hacer una mezcla de varias de las propuestas de los distintos candidatos: el bienestar social y la felicidad general aumentarían. Pero no es posible.

Para cerrar el debate, cada uno de los candidatos debía dirigirse al país. Evelyn Matthei fue muy sincera: palabras más palabras menos, dijo que nadie se haga ilusiones que nada en Chile va a cambiar. Y si la gente cree que es posible cambiar la Constitución del dictador Augusto Pinochet y su séquito (encabezado por Jaime Guzmán), que se desengañe. Argumentó que los políticos dejarían de pensar en mejorar la educación, la salud, el trabajo y la vida de los pensionados, para enfrascarse en lograr que sus partidos tengan todas (o más de) las garantías posibles, para fortalecer sus posiciones estructurales y puestos de poder.

Eso se oyó como una maldición que nos lanzaba la señora Matthei. Nos cortó toda esperanza, cualquier posibilidad de soñar. Nos quitó el oxígeno. Y quizás sea verdad. Nada va a cambiar, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Según ella.

Y es, probablemente, eso lo que quiso hacer la candidata udista: lanzarle una maldición al país. Pero  no lo logrará. La rechazamos, con toda firmeza. Porque justamente de lo que se trata es de cambiar ese estado de cosas: menos politiquería y más administración pública con beneficio social.

Se trata de recortar los privilegios de los políticos y de los grandes empresarios, y crear nuevos paradigmas sociales, y en este sentido, el único que se comprometió, sin populismo, con este cambio, fue Marco Enríquez-Ominami.

No pareciera que pase nada distinto, ciertamente, si gana Michelle Bachelet. A menos que se explique el hecho de haberse rodeado de viejos politiqueros anacrónicos (como Camilo Escalona, Soledad Alvear, José Miguel Ortíz, Hossain Sabag, por mencionar solo algunos), con el objetivo de contar con los votos suficientes en el Congreso Nacional para aprobar sus reformas.

Solo esto explicaría por qué sigue haciendo la vieja política de las camarillas y el inmovilismo. Pero es solo una hipótesis mía, porque lo más probable es que no pase nada, y la maldición de Matthei se cumpla, si gana Bachelet.

Vi a Franco Parisi más mesurado, menos hiperventilado. Pero me dejó un sabor amargo, que al lío de los colegios que administró (pésimamente) con su hermano Antonino, se sume ahora el hecho de que haya sido “asesor” del sistema de transporte masivo TranSantiago. Que ha sido un fiasco, por la sencilla razón de que el gobierno de la señora Bachelet le entregó la administración del transporte público a un “operador” conformado por bancos.

Esa “asesoría”, y el juicio por los colegios, me hizo perderle credibilidad al señor Parisi, pues anda ocultando cosas que no ha hecho bien y la gente debe saber. En especial él, que habla de transparencia.

El señor Alfredo Sfeir lo sigo considerando un economista serio, un candidato serio que sin populismo pregona una sociedad inclusiva, sustentable y rentable socialmente.

La candidata Roxana Miranda refleja muy bien las aspiraciones populares, pero me parece que se queda en la denuncia y carece de propuestas, excepto la convocatoria de una Asamblea Constituyente, que ella insistió en ponerle apellido de “Social”.

En la foto de este segundo día de debate, aparecen de izquierda a derecha: Marcel Claude, Marco Enríquez-Ominami, Alfredo Sfeir, Franco Parisi, Tomás Jocelyn-Holt, Michelle Bachelet, Ricardo Israel, Evelyn Matthei y Roxana Miranda.

Lo importante de estos dos días de debate es que todos se hicieron visibles, y estoy seguro que este solo hecho hará que los resultados de la encuesta CEP ya no sean, en este momento, los mismos.

También estoy seguro que la Democracia se fortalece con estos eventos masivos, y con las elecciones (como la del 17 de noviembre próximo, para escoger Presidente y parlamentarios) a las cuales espero que concurra, masivamente, la juventud inconforme, y exprese, con su voto, su pensamiento, su expresión de cambio, su preferencia personal.

(I) El debate de los candidatos presidenciales

debate1«Más de dos horas de duración, con un formato lento con un aroma muy parecido a la televisión de finales de los años 80 y principios de la década del 90 y muy pocas instancias de respuesta a la interpelación que hubo entre los nueve candidatos, fue la tónica de la primera jornada del debate presidencial de Anatel, transmitido (anoche) por todos los canales de señal abierta». Así reseña El Mostrador el debate de los candidatos presidenciales. (http://www.elmostrador.cl/pais/2013/10/30/formato-rigido-y-acartonado-marca-un-lento-debut-de-primera-jornada-de-debate-presidencial-de-anatel/?utm_source=rss&utm_medium=feed&utm_campaign=RSS)
Yo añadiría: las preguntas de los periodistas, como siempre, largas, llenas de giros, tratando de demostrar que son muy inteligentes, y consumieron el tiempo de los candidatos. Por momentos, los periodistas (Constanza Santa María, Soledad Onetto y Claudio Elórtegui) parecían interrogadores de película de espionaje, con la insistencia de «sus ideas», interrumpiendo a los candidatos y robándoles su precioso tiempo. Vi mal, a los periodistas.
En cuanto a los candidatos, parecían niños en la sala de clases.
Creo que hubo un claro «ganador» del debate, Marco Enríquez-Ominami. El único que hizo aportes, que expresó claramente sus propuestas y eludió confrontaciones personales. Destacaron con él, Alfredo Sfeir, pese a su atuendo y actitud de viajero intergaláctico, porque presentó un conocimiento del país y unas propuestas coherentes, y la ganadora de la encuesta CEP, Michelle Bachelet, quien estuvo de inercia, sin mostrar mucho empeño para repetir, casi sin emoción, un libreto que tiene bien aprendido. Los demás, en especial Evelyn Matthei y Franco Parisi, quienes previamente levantaron más polvareda, se mostraron timoratos, un poco desinflados.

En la foto aparecen, de izquierda a derecha: Marcel Claude, Michelle Bachelet, Evelyn Matthei, Marco Enríquez-Ominami, Tomás Jocelyn-Holt, Ricardo Israel, Alfredo Sfeir, Franco Parisi y Roxana Miranda.

Esta noche, 30 de octubre del 2013, continúa el debate, con la segunda y última parte, por los canales de televisión abierta.

CEP: Michelle Bachelet no tiene con quién

bacheletEs tan grande la diferencia en la intención de voto a favor de Michelle Bachelet, que el Centro de Estudios Públicos (CEP) cree, casi lapidariamente, que no habrá segunda vuelta tras la jornada electoral del 17 de noviembre próximo. Michelle Bachelet no tiene con quién competir. Corre sola. Aunque todo puede pasar, el 78% de los encuestados cree que el próximo presidente de Chile será Michelle Bachelet (foto), y a la pregunta de ¿cuáles de los candidatos están mejor preparados para ser Presidente?, el 81% contestó que Michelle Bachelet, el 33% que Evelyn Matthei, y el 30% que Marco Enríquez-Ominami.

Aunque los políticos no acusan recibo de la opinión de la gente, valga destacar que el 50% de los chilenos encuestados no se considera de “derecha”, ni de “izquierda”. Y al pedir la aprobación de la ‘Nueva Mayoría’ (izquierda) el 20% la desaprueba, mientras el 48% desaprueba a la ‘Coalición por el Cambio’ (derecha).

A Michelle Bachelet la valoran positivamente el 61% de los encuestados, y negativamente el 15%, mientras que a Evelyn Matthei la valora positivamente el 23% y negativamente el 53%. Quien mejor evaluación positiva tiene, después de Bachelet, es Marco Enríquez-Ominami (MEO), con 45%, frente a una evaluación negativa del 20%.

En cuanto a la confianza que le da un próximo gobierno a los entrevistados, a un 63% le da confianza Bachelet, a un 32% Enríquez-Ominami y a un 21% Matthei.

Sobre temas que el próximo gobierno debe resolver, el 83% dijo que nacionalizar el cobre, 85% que reducir la diferencia de ingresos, 63% que despenalizar el aborto terapéutico y en caso de violación, 51% que reformar el sistema electoral binominal, 45% cree que se debe convocar a una Asamblea Constituyente, y el 36% que debe concederse el matrimonio a personas del mismo sexo.

Los encuestados dijeron estar un 79% decididos a no votar por Tomás Jocelyn-Holt, un 73% no votar por Marcel Claude, un 65% no votar por Franco Parisi, un 66% no votar por Evelyn Matthei, un 58% no votar por Marco Enríquez-Ominami y un 31% no votar por Michelle Bachelet.

Por último, el 50% de los encuestados tiene la certeza de ir a votar el 17 de noviembre. El 23% dijo que probablemente lo hará, el 10% dijo que probablemente no lo hará, y el 15% que, definitivamente, no irá a votar.

La Democracia se fortalece con el voto, sin dudas. Con el voto se debe exaltar a un político que actúe en beneficio general, o se debe castigar, retirándole el voto y enviándolo a su casa.