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Richard Ford; Thomas Wolfe; Manuel Puig

richard ford‘De mujeres con hombres’ de Richard Ford: Más que la necesidad de una historia intrincada y una sorpresa al final de la misma, lo que hay en los textos de Richard Ford ‘De mujeres con hombres’ (Anagrama, 245 páginas) es un clima narrativo que simula muy bien la realidad. Se trata de tres historias en un mismo tono, fluidamente poético o poéticamente fluido, con argumentos asociados. La primera, ‘El mujeriego’, pone al protagonista en la disyuntiva de avanzar en la nueva relación que traba con una mujer o mantenerse en la propia con su esposa. La segunda, ‘Celos’, pone al joven protagonista a preguntarse la clase de relación que pudo tener su padre con su tía, con quien viaja a casa de su madre separada y en el trayecto presencian, a metros, la fuerza letal de las autoridades contra un delincuente. La tercera, ‘Occidentales’, es la de un escritor que viaja a París a conocer a sus editores y traductora, y lo hace con su amante, y en ese lapso está bajo la duda de lo que será su futuro que, al final, no es con ella. Narradas con delicadeza, son historias que lo hacen a uno partícipe de su intimidad. Dramas, como los de uno. Los de cualquiera. Dramas que no requieren tramas aparatosas, rebuscadas. Pero resultan envolventes a consecuencia de la pluma diestra, en apariencia simple, de Richard Ford.

‘El niño perdido’ de Thomas Wolfe: No confundir Thomas Wolf con Tom Wolfe, aunque thomas wolfeambos son estadounidenses. Tom Wolfe murió hace pocos días, era escritor y uno de los padres del ‘Nuevo Periodismo’, se llamaba Thomas Kennerly Wolfe Junior, y había nacido en Richmond. El otro Thomas Wolfe, del que quiero decir algo, es Thomas Clayton Wolfe, de Asheville, Thomas Wolfe (foto), que murió en 1938 y William Faulkner consideraba el mejor de su generación. Hablo de Thomas Wolfe a propósito de la lectura de ‘El niño perdido y otros relatos’, traducción de Óscar Luis Molina, Tajamar Editores, 179 páginas, donde casi descubre uno el origen de varios pasajes de Faulkner. En los textos de Thomas Wolfe están los desposeídos, la vida elemental, la observación de un narrador que no puede más que convertir en poesía las pequeñas cosas de su entorno. Y evaluar. “Sí, nosotros somos sospechosos, enemigos del orden y la moral pública, desvergonzados participantes de una infamia abierta e indecente, y nuestros vecinos nos contemplan con la estremecida reprensión de sus ojos desconfiados mientras a fuer de maridos amantes golpean a sus mujeres, se rebanan la garganta con orgullo cívico y prosiguen, como los respetables ciudadanos que son, con su honesto esfuerzo de asalto, asesinato y latrocinio”. Y además de esto fáctico, también están los intangibles, el contenido de los libros, “esta orgía terrible de libros no me produjo consuelo, paz ni sabiduría ni en la mente ni en el corazón. En cambio, con su alimento aumentaron la furia y la desesperación, creció el hambre con la comida que comía”. Metáforas del desamparo, el retorno, la ausencia. Segmentos de narración como si se tratara de una cámara que se aproxima a “el fuego que golpetea y crepita como un látigo, y un humo acre hace arder los ojos; en los campos segados las llamas, cual pequeñas víboras, calcinan los bordes rugosos de los rastrojos como una hilera de langostas. El fuego clava un aguijón memorioso en el corazón de los hombres”. Personajes que viven lo suyo: “supe que nunca más podría convertir mi vida en vida propia”, pero nada de lo que yo diga se compara con el propio placer del texto que invito a leer.

‘Boquitas pintadas’ de Manuel Puig: Los chilenos Horacio Simunovic Díaz y Daniela Manuel PuigOróstegui Iribarren, en un trabajo para la Escuela de Pedagogía Castellana, de la Universidad Católica del Maule, que titularon ‘El proceso de canonización de Manuel Puig en el contexto de la narrativa Latinoamericana finisecular: sistema y cambio literarios’, recuerdan a Ariel Schettini, quien cuenta que en 1968, el jurado del concurso de novela de la revista ‘Primera Plana’ se dividió entre Severo Sarduy (que defendía a ‘Boquitas Pintadas’ como la ganadora) y Mario Vargas Llosa y Juan Carlos Onetti que la desestimaban. En nombre del jurado, Onetti diría que la voz del escritor estaba tan fundida con la de sus personajes que se corría el riesgo que el escritor tuviera el mismo registro verbal de sus personajes. Después, Puig comentó el episodio: “Juan Carlos Onetti no quiso darme el premio porque dijo que yo copiaba a tal punto la cultura popular que no se podía saber cómo era realmente mi verdadera escritura”. Pues bien, comienzo por decir que el título insinúa más de lo que trae el texto; es juguetón, femenino, casi de fiesta. Y lo que se cuenta es una historia de amor alrededor de un muerto, que quizás lo fue mediante homicidio, y es, si se quiere, una historia triste. Pero sobre todo, una historia de gente común. No hay un submundo, una ‘cultura’ que acote el universo narrado. Las protagonistas tienen una vida de clase media. El narrador apela al género epistolar para desarrollar buena parte del texto, y otra parte narra como si se tratara de un registro de observación, o un informe de actividades. No es un texto con metáforas memorables, pero sí con una escritura coloquial, efectiva. La historia se mueve sin tropiezos, hasta su desenlace. Aunque me gustó, e invito a su lectura, queda fuera de mis mayores preferencias. Y me pareció desafortunada la carátula de esta edición, rosada, un poco escolar y anacrónica.

‘Gente mala’ de Juan Cristóbal Guarello

GuareloDecidí comprar la novela de Juan Cristóbal Guarello titulada ‘Gente mala’ (ilustración) porque él, como comentarista deportivo, me simpatiza. Es ecuánime y dice pan al pan y vino al vino. También por curiosidad. Sin recelo. Y cuando comienzo a leer “-Mira. El Willy levantó el suplemento Temas de Hombre de La Tercera. Varelita apenas le puso atención y mantuvo su vista en la calle vacía”, quise seguir leyendo.

La contratapa tiene dos opiniones de la novela: 1) “Lanza al lector al pozo sin fondo de un Chile que no quiere mirar”, Revista Qué Pasa, y 2) “Queda la impresión de que fue escrita con rabia, con una ira que el autor a duras penas podía contener mientras escribía, y que no puede menos que transparentarse en su corrosivo sarcasmo”, Revista de Libros, El Mercurio.

Parece que me quedo con la primera afirmación, porque de rabia no vi nada en las 216 páginas de esta segunda edición del libro, publicado por Ediciones B, del Grupo Zeta. Al contrario, la narración es medida, contenida, exacta. No imaginé que un comentarista deportivo tuviera tal maestría para narrar un episodio que resulta icónico del período de la dictadura del traidor, ladrón y asesino Augusto Pinochet.

Guarello mantiene un ritmo endemoniado en los eventos, mediante el empleo de capítulos breves, de dos, tres o cuatro páginas solamente, pero en cuanto a la elaboración del texto se nota que está pausadamente trabajado. Acude al habla popular chilena, que es tan gráfica, y a metáforas sencillas. Por eso, el texto es simplemente escueto, legible para cualquiera, y la historia es identificable también.

Se trata de un operativo que llevan a cabo militares de civil, y se convierte en el pretexto para aludir a una época, sin mencionarla, y mostrar la bajeza del poder, sin juzgarlo, y llevar a cabo la historia con la velocidad de un thriller a causa de un error que cometen los protagonistas.

Es, en mucho, un buen guion para una película. La novela de Juan Cristóbal Guarello guarello(foto) es una película en cuanto se lee.

Quedo satisfecho con mi decisión de comprar la primera novela que escribe este comentarista deportivo. Sus recursos narrativos (metáforas, diálogos, elipsis, etcétera) son de una enorme eficacia, sin adornar para nada el lenguaje, que se mantiene llano, visual, eficaz.

Diría que esta primera incursión literaria de Guarello resultó exitosa. Se inscribe en el género de la llamada ‘novela negra’. Y en cuanto al lenguaje, diría que encaja con la escuela literaria del ‘realismo sucio’, amigado con Raymond Carver y Charles Bukowski.

Para graficar lo dicho, la siguiente escena:

“-Uno más y terminamos, Negro -anunció el coronel.

El capitán agarró de los bordes el último saco. Era, quizás, el más pesado de todos. Con mucho esfuerzo lo empujó hacia el vacío.

Alzamora quedó mirando el abismo mientras caía. Le temblaban las manos y tuvo ganas de llorar. No se dio cuenta cuando sus pies también estuvieron en el aire. Ahora su cuerpo era liviano y sintió que estaba libre de todo pecado y culpa, que el niño lo había perdonado. Luego vino el olor penetrante de la sal y el ruido y la oscuridad de las olas. Vio a su mujer y a sus hijos antes de estrellar su cara contra el mar.

Salas tiró la colilla al vacío y cerró la puerta corrediza.

-Vámonos -dijo a los pilotos.

El Puma giró hacia el este y se perdió en la noche”.

Y de la manera como resuelve esta escena, está plagada la historia que narra. Quedo a la espera de su segunda novela, independientemente de la temática.

 

UdeC, Pizzi, Zaldívar, Codelco, La colombiana

arco-udec-768x405Pizzi. Absurdo que el director técnico de una Selección Nacional de fútbol ande de país en país detrás de sus subalternos. ¿Qué tiene que hablar el señor Juan Antonio Pizzi con Claudio Bravo, Arturo Vidal y Alexis Sánchez, que no pueda hacerlo por teléfono, wasap, Skype, teleconferencia? ¿Viajó a Inglaterra, España y Alemania a tratar asuntos de Estado? Si quería pasear y gastar en euros ¿por qué no lo dijo, abiertamente? Siempre tan blandengue, sin carácter, falto de pantalones.

Zaldívar. Este personaje es la decadencia. Hablo de Andrés Zaldívar, el pequeño monstruo de la Democracia Cristiana que, como su partido, es melifluo y serpenteante. Alguien en no fiar. Para honor de su partido, se niega entregar a la justicia la información de las que pudieran ser las más inútiles y costosas asesorías que jamás hayan sido pagadas en el Senado de la república. ¿Cómo así que las asesorías son secreto de Estado y la justicia no las puede conocer? ¿Qué le pasa a este señor? Otro, junto con Pizzi, con ínfulas de grandes hombres y solo son mediocres con cargo.

Codelco. Cuando le reclaman a Codelco por el pago de bonos de 400, 500 o 600 millones de pesos, responde que “es legal”. Que esos bonos están reglamentados en los estatutos de la empresa. Porque en Codelco no funciona la ética, el principio de honestidad, las buenas prácticas y la economía de los procesos. Todo puede reducirse a su mínima expresión para los trabajadores, menos la fuente de enriquecimiento de los ejecutivos. Porque esos bonos multimillonarios no son para los obreros, sino para los señorones de Las Condes. Pero como están en los reglamentos, son “legales”. ¡Cambien los reglamentos, pues! La congresista Yamna Provoste afirma que el ítem de “misceláneos” de Codelco (o sea, la plata de caja menor, casi), ¡es “igual al presupuesto de funcionamiento de la Contraloría”!

U. de Conce. Ahora resulta que los docentes de letras y periodismo de la Universidad de Concepción (foto) son ¡acosadores sexuales de sus alumnas! Están acusados de hacerlo los profesores de planta Tito Matamala y Andrés Latini. Y también los profesores de tiempo parcial Ángelo Isidro Benvenuto y Adrián Pineda Polanco; además del exalumno, Michael A.H.P. La universidad decidió no darles más horas laborales a Benvenuto y Pineda (prescindió de ellos), mientras espera que Matamala y Latini regresen del goce de licencias médicas. ¿Por qué no acosan a sus hermanas? ¿O a sus mamás?

La colombiana. Quiero destacar la presencia de nuevos rostros, o menos conocidos con anterioridad, en la teleserie de Telemundo que transmite Tvn, ‘La colombiana’. Muy del momento y del tejido social los temas de la xenofobia, la vida de barrio, el efecto en los hijos de la separación de los padres, los derechos de la madre y del padre, la honestidad, los celos enfermizos, la ética médica, entre otros. Y quiero subrayar la magnífica actuación de todos los participantes; para mi gusto, excelente Óscar Hernández, María José Illanes y Juan José Suárez. Pero eso no me exime de nombrar a todo el excelente elenco: Felipe Braun, Elizabeth Minotta, María José Illanes, María Fernanda Martínez, Florencia López, Delfina Guzmán, Óscar Hernández, Diego Ruiz, Daniela Estay, Lucas Mosquera, Jorge Arecheta, César Sepúlveda, Alejandra Fosalba, Emilia Noguera, Santiago Tupper, Eyal Meyer, Carmina Riego, Josefina Fiebelkorn, Juan José Suárez, Shlomit Baytelman, Luz Valdivieso, Sebastián Arrigorriaga, Felipe Morales, Andrea Freund, Gonzalo Vivanco y Álvaro Pacull. Ojalá no haya omitido a ningún actor o actriz. De ellas, decir que son hermosas todas. Y los guionistas fabulosos: Jaime Morales, Sandra Arriagada, Iván Salas-Moya y Jimena Oto.

‘Un diablo con ángel’ de Tvn

diablo-con-angel2El éxito de la serie ‘Un diablo con ángel’, del canal Tvn, se debe en primer lugar al género: comedia. Una historia llena de humor que se agradece después del trajín del día. En segundo lugar, a la presencia de varias mujeres hermosas, que actúan lo más de bien. Y en tercer lugar a los protagonistas: el diablo y el ángel.

El diablo, apelativo que acomoda más en sentido figurado que por actos malvados realmente, pues es solo un tipo ególatra, narciso, está interpretado por el actor Benjamín Vicuña, que ya había hecho comedia en ‘Huaiquimán y Tolosa’, un par de detectives con chascarros, trasmitida por el canal 13 en el 2006 y 2008.

El ángel, está interpretado por Daniel Muñoz, y trata de enmendar los actos egoístas de su pupilo, quien por momentos tiene arranques de ‘honestidad’, pero siempre que la honestidad le reporte alguna ganancia. Esta dupla de actores es garantía de un producto televisivo bien interpretado. Daniel Muñoz tiene, esta vez, además, la virtud de ‘encarnar’ varios ángeles, inclusive el ángel-jefe.

Benjamín Vicuña es ‘Gaspar Muñoz’, apellido que es como un guiño a su alter ego, el ángel que es Daniel Muñoz, que se llama ‘Benito’. Daniel Muñoz también hace de ‘Ángel Bonilla’ y ‘Ángelo Orellana’, otros ángeles.

El grupo de guapas mujeres lo encabeza la coprotagonista, Eliza Zulueta, quien interpreta a la secretaria de Gaspar, ‘Blanca Morales’, apellido que le viene bien por la pulcritud de su comportamiento. Una secretaria súper eficiente, pero desaliñada y tontona, que recuerda, sin que le reste méritos, a la de ‘Betty, la fea’. Excelente actuación de Eliza Zulueta. Es guapa, pero por el momento no eclosiona su belleza en la serie.

Siendo Gaspar un Casanova, otras mujeres giran a su alrededor: ‘Bernardita Undurraga’, interpretada por Begoña Basauri; ‘Bárbara Cortés’, interpretada por Josefina Fiebelkorn; y ‘Franca Jiménez’, que interpreta Mayte Rodríguez. Las peripecias, deshonestidades, chispazos de conciencia y propósitos de enmienda de Gaspar Muñoz ante tal ramillete de bellezas, pone el toque de tensión a la comedia.

Quiero nombrar al resto del elenco: ‘Sara López’ es Pepi Velasco, ‘Osvaldo Morales’ es Gonzalo Robles, ‘Feña Salazar’ es Cata Martin, ‘Maritza Reyes’ es Carolina Paulsen, ‘José Pablo Donoso’ es Julio Yung, ‘Ximena Muñoz’ es Francisca Gavilán, ‘Patricio Aguilera’ es Roberto Farías y ‘Rocío Aguilera’ es Catalina Castelblanco. Destacar la presencia del niño Andrés Comments que hace de ‘Simón Ávila’.

Y son antagonistas de Gaspar Muñoz en pos del amor de las mujeres, ‘Damián Zegers’ que es Tiago Correa, y ‘Rafael Balmaceda’ que es César Sepúlveda.

Qué alivio encontrar una comedia en medio de tanto culebrón impostado, nacional o extranjero. Una comedia bien hecha y con buenos actores, todos. Necesitamos muchas más comedias.

 

Consejos de Stephen King para escribir

stephen-kingStephen King (foto) nació en Portland, Maine, Estados Unidos, hace 69 años. Famoso por sus novelas de terror, como ‘Carrie’, ‘El resplandor’, ‘It’, entre otras, que además de superventas han sido llevadas al cine exitosamente. En el 2003 ganó el ‘National Book Award’ por su aporte a las letras estadounidenses. Usó los seudónimos de John Swithen y Richard Bachman. Está casado con la escritora Tabitha King, con quien tiene un hijo escritor, Joe Hill.

Stephen King resumió en 20 puntos lo que considera es la clave para escribir la primera novela, o, en realidad, para escribir cualquier cosa, novela o cuento, en cualquier momento. Son estos:

1) Primero escribid para vosotros mismos, después para los demás. “Cuando escribes, estás contándote una historia. Cuando reescribes con otro objetivo, lo que comenzó siendo para ti termina por apagarse”.

2) No utilicéis la voz pasiva. “Los escritores tímidos ocupan la voz pasiva por la misma razón que los amantes tímidos prefieren parejas pasivas”.

3) Evitad los adverbios. “Los adverbios son enemigos del escritor”.

4) Evitad especialmente los adverbios después de “ella dijo” o “él dijo”.

5) No os obsesionéis con la gramática perfecta. “El objetivo de la ficción no es la perfección gramatical, sino contar una historia”.

6) La magia está en nosotros. “Estoy convencido de que el miedo es la base de las malas historias.”

7) Leed, leed y leed. “Si no tienes tiempo de leer, no tendrás las herramientas para escribir”.

8) No os preocupéis por hacer felices a otras personas. “Escribe con tanta sinceridad como puedas. Si intentas tener éxito como escritor, la mala educación debería ser la penúltima de tus preocupaciones”.

9) Apagad el ordenador y la televisión. “Lo último que necesita un escritor en búsqueda de inspiración es tener la televisión encendida”.

10) Tenéis tres meses. No más. “El primer borrador de un libro, sea cual sea su longitud, debe estar listo a los tres meses, la duración de una temporada”.

11) Dos secretos para triunfar. “Me encuentro sano mentalmente y sigo casado”.

12) Una palabra a la vez. “Se trata de un cuento de una sola página o una trilogía épica como ‘El señor de los anillos’, el éxito siempre se logra con una palabra a la vez”.

13) Eliminad las distracciones. “No debe haber ningún teléfono o aparato electrónico en el estudio donde te dedicas a escribir”.

14) Ceñíos a vuestro propio estilo. “Nadie puede imitar el estilo de otro escritor en un género en particular, no importa cuán simple lo haga ver”.

15) Encontrad vuestra historia. “Las historias son reliquias, parte de un mundo aún no descubierto. El trabajo del escritor es utilizar las herramientas disponibles en su caja para desenterrarlas poco a poco, tratando de mostrar la superficie intacta en medida de lo posible”.

16) Descansad. “La lectura de tu obra debe ser una experiencia tan estimulante como extraña. Tómate un descanso y vuelve a leer tus líneas después de seis semanas”.

17) Olvidaos de las partes aburridas y matad lo que más queráis. “Aun cuando esto rompa tu corazón de pequeño escritor egocéntrico, mata aquellas partes que rompen con el ritmo y hacen una historia aburrida”.

18) La investigación no debe eclipsar a la historia. “No dejes que el proceso de investigación termine siendo más importante que tu historia. Te podrás sentir cautivado con todo lo que aprendiste en el trayecto, pero los lectores tendrán la atención puesta en los personajes y la historia”.

19) Un escritor es quien lee y escribe. “Se aprende únicamente leyendo y escribiendo mucho. Las lecciones más valiosas son aquellas donde el maestro eres tú mismo”.

20) Escribid para ser felices. “No se trata de escribir para hacer dinero, hacerte famoso y tener citas, conseguir parejas o hacer amigos. Escribir es mágico, es el agua de vida como cualquier otro arte. El agua es gratis, así que bebe”.

 

‘Ulises’ de James Joyce (fragmento (1))

james-joyceEl señor Stephen, algo afectado pero con mucha gracia, le dijo que no era tal cosa y que tenía despachos del Gran Hurgacolas del Emperador agradeciéndole la hospitalidad y enviándole acá al doctor Rinderpest, el más renombrado cazavacas de toda la Moscovia, con algún que otro bolo de medicina para coger al toro por los cuernos. Vamos, vamos, dice el señor Vincent, hablemos claro. Se encontrará en los cuernos de un dilema si se enreda con un toro que sea irlandés, dice. Irlandés de nombre e irlandés de naturaleza, dice el señor Stephen, y pasó la cerveza dando la vuelta. Un toro inglés en una tienda de porcelana inglesa. Os entiendo, dice el señor Dixon. Es el mismo toro que envió a nuestra isla el ganadero Nicholas, el mejor criador de ganado de todos ellos, con un anillo de esmeralda en la nariz. Cierto es eso, dice el señor Vincent al otro lado de la mesa, y ciertos son los toros, dice, jamás ha estercolado en el trébol un toro más gordo y solemne. Abundancia de cuernos tenía, pelo dorado y un dulce aliento humeante saliéndole por las narices, tanto que las mujeres de nuestra isla, abandonando criadillas y morcillas, le siguieron, decorando con guirnaldas de margaritas su taurinidad. Y qué importa, dice el señor Dixon, pero si antes que pasar acá el granjero Nicholas que era eunuco le hizo castrar adecuadamente por un colegio de doctores que no valían más que él. Así que vamos allá, dice, y has todo lo que te diga mi primo hermano Lord Harry y recibe la bendición de un ganadero, y con eso le palmeó rotundamente el trasero. Pero la palmada y la bendición le dieron buena parte, dice el señor Vincent, pues para compensar le enseñó un truco que valía por dos de los otros de tal modo que doncella, esposa, abadesa o viuda afirman hasta el día de hoy que en cualquier momento prefieren susurrarle a la oreja en lo oscuro de un establo o recibir un lametón en la nuca de su larga y santa lengua antes que yacer con el más hermoso y gallardo joven violador en los cuatro campos de toda Irlanda. Otro entonces tomó la palabra. Y le adornaron, dice, con camisa de encajes y enaguas con cola y cinturón y puños de encaje y le cortaron el pelo de la frente y le frotaron todo por encima con aceite de espermaceti y le construyeron establos para él en todos los recodos del camino con un pesebre de oro en cada uno lleno del mejor heno del mercado de modo que pudiera sestear y estercolar a gusto de su corazón. Para entonces el padre de los fieles (pues así le llamaban) se había puesto tan pesado que apenas podía caminar hasta el prado. Para remediar lo cual nuestras astutas damas y damiselas le traían su forraje en el regazo de los delantales y tan pronto como tenía la barriga llena él se enderezaba en sus cuartos traseros para enseñar un misterio a sus señoritas y mugir y resoplar en lenguaje taurino y todas detrás de él. Sí, dice otro, y tan mimado estaba que no consentía que creciera en la tierra nada sino verde hierba para él mismo (pues ese era el único color de su gusto) y en una colina en medio de esta isla había un letrero con un aviso impreso diciendo: Por orden de Lord Harry viva lo verde del valle. Y, dice el señor Dixon, si olfateaba alguna vez un cuatrero en Roscommon o en las soledades de Connemara o un ganadero en Sligo que estuviera sembrando ni un puñado de mostaza ni una bolsa de nabo silvestre, corría hecho una furia por medio país desarraigando con los cuernos cuanto estuviera plantado y todo ellos por orden de Lord Harry. Hubo entre ellos mala sangre al principio, dice el señor Vincent, y Lord Harry mandó al diablo al granjero Nicholas y le llamó viejo patrón de burdel que tenía siete putas en casa y voy a tomar yo cartas en sus asuntos, dice. Le voy a hacer oler infierno a ese animal, dice, con la ayuda de la buena verga que me dejó mi padre. Pero una tarde, dice el señor Dixon, cuando Lord Harry estaba limpiándose la real pelambre para ir a cenar después de ganar un regata (tenía remos de pala para él pero la primera regla de la carrera era que los demás tenían que remar con horcas) descubrió en sí mismo una prodigiosa semejanza con un toro y sacando un librillo bien sobado que guardaba en la despensa, halló con toda certidumbre que él era descendiente por la mano izquierda del famoso toro campeón de los romanos, Bos Bovum, lo que en buen latín macarrónico, quiere decir el amo del cotarro. Después de eso, dice el señor Vincent, Lord Harry metió la cabeza en un bebedero de vacas en presencia de todos sus cortesanos y al sacarla otra vez les dijo su nuevo nombre. Luego, con el agua corriéndole por encima, se puso un viejo blusón y una falda que pertenecieron a su abuela, y se compró una gramática de la lengua de los toros para estudiar, pero nunca pudo aprender una palabra de ella salvo el pronombre de primera persona que copió en letras grandes y se lo aprendió de memoria, y siempre que salía de paseo de llenaba los bolsillos de tiza para escribirlo en donde se le antojara, en el costado de una piedra o en la mesa de una casa de té o una bala de algodón  o un flotador de corcho. En una palabra, él y el toro de Irlanda pronto fueron tan íntimos amigos como un culo y una camisa. Lo fueron, dice el señor Stephen, y el final fue que los hombres de la isla, viendo que no había remedio, puesto que las ingratas mujeres eran todas de la misma opinión, construyeron una balsa de salvamento, se embarcaron a bordo ellos mismos con todos sus hatos de bienes muebles, pusieron los mástiles erectos, prepararon las vergas, tomaron la caña, se tiraron allá, tendieron todo trapo al viento, dieron cara entre viento y marea, izaron anclas, pusieron rumbo a babor, ondearon el pabellón de la calavera y los huesos, lanzaron tres veces tres hurras, largaron la bolina, se echaron a su gabarra y se hicieron a la mar para redescubrir América. Esa fue la ocasión, dice el señor Vincent, en que un contramaestre compuso aquella balanceante canción:

El Papa Pedro se orina en la cama.

Un hombre es hombre a pesar de todo.

James Joyce (foto)

A Hemingway también le costaba escribir

Ernest-HemingwayDe los muchos ‘decálogos’, este es el de Ernest Hemingway (foto). Son consejos desde su vivencia como escritor. Es posible que altere el orden en que los escribió, si los escribió, o en que los dijo o dictó. Para quienes están interesados en las costuras de la literatura es una lectura necesaria.

1) Escribe frases breves. Comienza siempre con una oración corta. Utiliza un inglés (español) vigoroso. Sé positivo, no negativo.

2) Evita el uso de adjetivos, especialmente los extravagantes como “espléndido, grande, magnífico, suntuoso”.

3) Seriedad absoluta en lo que se escribe, es una de las dos necesidades categóricas. La otra, por desgracia, es el talento.

4) Por el amor de cristo, escribe y no te preocupes por lo que los muchachos dirán, ni de si será una pieza magistral o qué.

5) Cuando un escritor escribe una novela, debería crear a gente viva; personas, no personajes.

6) A veces, cuando me resulta difícil escribir, leo mis propios libros para levantarme el ánimo, y después recuerdo que siempre me resultó difícil y a veces casi imposible escribirlos.

7) Un escritor, si sirve para algo, no describe. Inventa o construye a partir del conocimiento personal o impersonal.

8) Para escribir me retrotraigo a la antigua desolación del cuarto de hotel en el que empecé a escribir. Dile a todo el mundo que vives en un hotel y hospédate en otro. Cuando te localicen, múdate al campo. Cuando te localicen en el campo, múdate a otra parte. Trabaja todo el día hasta que estés tan agotado que todo el ejercicio que puedas enfrentar sea leer los diarios. Entonces come, juega tenis, nada, o realiza alguna labor que te atonte sólo para mantener tu intestino en movimiento, y al día siguiente vuelve a escribir.

9) Las personas de una novela, no los personajes construidos con habilidad, deben ser proyectadas desde la experiencia asimilada del escritor, desde su conocimiento, desde su cabeza, desde su corazón y desde todo lo suyo.

10) Quería escribir como Cezanne pintaba. Cezanne empezaba con todos los trucos. Después destruía todo y empezaba de verdad.

11) Evita lo monumental. Rehúye lo épico. El individuo que puede pintar cuadros enormes muy buenos, puede pintar cuadros pequeños muy buenos.

12) Mi tentación siempre es escribir demasiado. Lo mantengo bajo control para no tener que cortar paja y reescribir. Los individuos que piensan que son genios porque nunca han aprendido a decir no a una máquina de escribir, son un fenómeno común.

13) El don más esencial para un buen escritor es un detector de mierda interno, a prueba de choques. Es el radar del escritor y todos los grandes lo han tenido.

14) Un escritor de nuestro tiempo tiene que escribir lo que no ha sido escrito antes o superar a los escritores muertos en lo que hicieron. La única manera en que puede decir cómo va, es compitiendo con los hombres muertos… Pero la lectura de todos los buenos escritores podría desanimarlo. Entonces debe ser desanimado.

‘Premio Spiwak’ de novela Ciudad de Cali

Premio Spiwak-Ciudad de CaliLa ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali para las artes del Pacífico Americano‘, con el anhelo de hacer de la Ciudad de Cali un centro de diálogo e intercambio cultural con los artistas y escritores nacionales y de la cuenca del Pacífico Americano, a través de la creación de premios altamente significativos para las artes y las letras de los países que conforman esta área del continente, convoca al ‘Premio de Novela del Pacífico Americano en Español’, 2016.

1) Podrán optar al ‘Premio Spiwak Ciudad de Cali de Novela del acífico Americano en Español’, novelas de escritores nacidos o residentes en los últimos 5 años en cualquiera de los países que conforman la cuenca del Pacífico Americano: Canadá, EE.UU, México, Guatemala, Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú y Chile. Las novelas, de tema libre, deben ser inéditas, escritas en español, sin que hayan sido premiadas o galardonadas anteriormente en ningún otro concurso o certamen literario. El autor de la obra garantizará la autoría y originalidad de la novela presentada al Premio, así como manifestará que no es copia ni modificación de ninguna otra ajena, y que no corresponde a un autor fallecido.

2) Cada autor podrá presentar una sola obra, que tendrá una extensión mínima de 150 páginas, tamaño carta en Arial o Times New Roman, 12 puntos, a espacio y medio.

3) La cuantía del Premio será de 50.000 dólares, suma considerada como cesión de los derechos de edición de la obra. El ganador se compromete a suscribir el contrato de cesión con la ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali’ en exclusiva, de los derechos de edición en formato digital para la difusión gratuita en la página Web de la Fundación o en otro portal con el que la Fundación Spiwak haya establecido un acuerdo, y en formato impreso con ‘Siglo XXI Editores’ que goza de un amplio reconocimiento y prestigio Internacional. La ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali’ con ‘Siglo XXI Editores’ editarán de común acuerdo la primera edición. Los Derechos de Autor de la obra le pertenecerán a la Fundación durante dos años después de la publicación de la primera edición. Para otras ediciones, después de cumplidos los términos, cualquier negociación será directa, ejerciendo su derecho de preferencia entre el escritor y la Editorial.

4) El Premio será otorgado por un jurado internacional de cinco (5) miembros, configurado por reconocidos escritores cuyos nombres se darán a conocer con suficiente anticipación. La ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali’ conformará un equipo de pre-lectores calificados que con antelación contribuyan a seleccionar las obras objeto de evaluación. Las deliberaciones del jurado serán secretas y sus decisiones se adoptarán por mayoría. Sin perjuicio del contenido del fallo definitivo del concurso. La ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali’ no se hace responsable de las opiniones manifestadas por el jurado o por cualquiera de sus miembros, antes o después de la emisión de aquél, en relación con las obras presentadas.

5) En ningún caso el ‘Premio Spiwak Ciudad de Cali de Novela del Pacífico Americano en Español’, 2016, podrá ser repartido entre dos o más novelas. El Premio será concedido íntegro a una sola obra y no podrá ser declarado desierto.

6) En un sobre se presentará una copia de la novela en papel Bond, tamaño carta, debidamente anillada o foliada. La obra deberá estar titulada y firmada con pseudónimo y dentro del mismo sobre se debe incluir un una copia digital (CD) exacta al original impreso.

7) El nombre del autor, documento nacional de identidad o pasaporte y su domicilio, teléfonos y correo electrónico, deberán presentarse en sobre aparte, debidamente sellado y distinguido con el nombre de la obra y el pseudónimo.

8) En todos los casos deberá ser incluido en ese sobre aparte, una declaración firmada por el autor en la que conste cada una de las siguientes exigencias:

Manifestación rotunda del carácter original e inédito en todo el mundo de la obra que se presenta, así como que no es copia ni modificación, total o parcial, de ninguna otra obra propia o ajena.

Aseveración expresa de la titularidad exclusiva del autor sobre todos los derechos de la obra y que la misma se encuentra libre de cargas o limitaciones a los derechos de explotación.

Afirmación explícita de que la obra presentada al Premio no ha sido enviada a ningún otro concurso que esté pendiente de resolución en el momento de la presentación de la obra al Premio.

Declaración positiva de la aceptación por el autor de todas y cada una de las condiciones establecidas en las presentes bases.

Fecha de la comunicación y firma original.

9) El autor de la obra presentada al Premio se obliga a mantener totalmente indemne a la ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali’ por cuantos daños y/o perjuicios pudiera ésta sufrir como consecuencia de la inexactitud o falta de veracidad de cualquiera de las manifestaciones indicadas anteriormente y realizadas por el autor en el momento de la presentación de la obra.

10) El plazo de admisión de las obras termina el 30 de marzo de 2016. Los dos sobres que contienen los originales y los datos legales del escritor deben ser enviados en un solo paquete a nombre de la ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali’ a la dirección: Avenida 6 D Norte N°. 36N–18 con la indicación: ‘Premio Spiwak Ciudad de Cali de Novela del Pacífico americano en Español, 2016’. La Fundación admitirá aquellos documentos de los que posea constancia en el correo de que fueron enviados en la fecha.

11) Ninguno de los originales presentados al Premio dentro del plazo y en la forma debida podrá ser retirado antes de hacerse público el fallo del jurado.

12) La presentación al Premio implica para el concursante la aceptación íntegra e incondicional de estas bases, así como el consentimiento irrevocable del autor a la divulgación de la obra presentada en caso de resultar premiada.

13) La ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali’ no mantendrá correspondencia ni comunicación alguna con los autores que se presentan al Premio ni facilitará información sobre la clasificación y valoración de las obras.

14) El fallo del jurado del ‘Premio Spiwak Ciudad de Cali’ se hará público el día 9 de agosto de 2016, fallo que será inapelable. El premio se otorgará durante la segunda quincena de noviembre, en el marco de un importante evento cultural que tendrá lugar en la Ciudad de Cali.

15) Los textos de las obras que no resulten ganadoras no serán devueltos, estos serán destruidos en presencia de Notario Público.

16) El autor galardonado con el ‘Premio Spiwak Ciudad de Cali’, se obliga a suscribir el contrato de edición, de cesión de los derechos de utilización comercial sobre la obra premiada, y demás documentos que sean precisos para formalizar oportunamente dichas cesiones. De igual modo se compromete a asistir a la ceremonia de entrega del galardón en las fechas establecidas; para tal efecto la ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali’ situará los tiquetes aéreos y correrá con los gastos de hospedaje y alimentación en la Ciudad de Cali.

17) La ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali’ y ‘Siglo XXI Editores’ efectuarán la edición de la novela galardonada con un primer tiraje de 2.000 ejemplares para hacerlo público en el evento donde se entregará el premio. El ganador se compromete con la editorial a participar en la promoción del libro en certámenes que para tal efecto ésta programe. Las ediciones sucesivas que sigan a la primera se efectuarán con las tiradas que libremente decida el editor en convenio con el autor.

18) El acuerdo acerca de la modalidad en que deba efectuarse cada una de las sucesivas ediciones y el sistema de distribución comercial corresponderá única y exclusivamente al editor.

19) El autor recibirá 50 ejemplares de la obra publicada y no devengará por ningún concepto otra cantidad distinta que la percibida como premio, que tendrá, a efectos del contrato, el carácter de pago de sus derechos de propiedad intelectual.

20) La ‘Fundación Premio Spiwak Ciudad de Cali’ y ‘Siglo XXI Editores’ se reservan el derecho de obtener la cesión para la contratación en cualquier modalidad de las obras que, presentadas al Premio y no siendo galardonadas, pudieran interesarle, siempre que comunique al autor correspondiente dicha decisión en el plazo máximo de noventa (90) días hábiles a contar desde la fecha en que se haga público el fallo del ‘Premio Spiwak Ciudad de Cali de Novela del Pacífico Americano en Español’, 2016.

21) Ningún Miembro del equipo organizador ni miembro del jurado o quien forme parte del grupo de pre-lectores podrá presentar obras de su autoría al Premio.

22) Para cualquier duda, discrepancia, reclamación o cuestión que pueda suscitarse con ocasión de la interpretación y ejecución de las presentes bases, las partes renuncian al foro propio que pudiera corresponderles y acuerdan someter el conflicto planteado a la jurisdicción de los Juzgados y Tribunales de la ciudad de Cali (Colombia).

William Faulkner y el oficio de escritor (VI)

william faulknerPor último, le preguntaron a William Faulkner (foto) por el oficio de escribir (aclaró la diferencia que encuentra entre ‘escritor’ y ‘literato’), por la condición de sus personajes y las razones para escribir de ellos, y sobre las consideraciones que debe tener un escritor ante los críticos:
–El artista no tiene tiempo para escuchar a los críticos. Los que quieren ser escritores leen las críticas, los que quieren escribir no tienen tiempo para leerlas. El crítico también está tratando de decir: “Yo pasé por aquí”. La finalidad de su función no es el artista mismo. El artista está un peldaño por encima del crítico, porque el artista escribe algo que moverá al crítico. El crítico escribe algo que moverá a todo el mundo menos al artista.
Entonces, ¿nunca siente la necesidad de discutir sobre su obra con alguien?
–No; estoy demasiado ocupado escribiéndola. Mi obra tiene que complacerme a mí, y si me complace entonces no tengo necesidad de hablar sobre ella. Si no me complace, hablar sobre ella no la hará mejor, puesto que lo único que podrá mejorarla será trabajar más en ella. Yo no soy un literato; sólo soy un escritor. No me da gusto hablar de los problemas del oficio.
Los críticos sostienen que las relaciones familiares son centrales en sus novelas.
–Esa es una opinión y, como ya le dije, yo no leo a los críticos. Dudo que un hombre que está tratando de escribir sobre la gente esté más interesado en sus relaciones familiares que en la forma de sus narices, a menos que ello sea necesario para ayudar al desarrollo de la historia. Si el escritor se concentra en lo que sí necesita interesarse, que es la verdad y el corazón humano, no le quedará mucho tiempo para otras cosas, como las ideas y hechos tales como la forma de las narices o las relaciones familiares, puesto que en mi opinión las ideas y los hechos tienen muy poca relación con la verdad.
Los críticos también sugieren que sus personajes nunca eligen conscientemente entre el bien y el mal.
–A la vida no le interesa el bien y el mal. Don Quijote elegía constantemente entre el bien y el mal, pero elegía en su estado de sueño. Estaba loco. Entraba en la realidad sólo cuando estaba tan ocupado bregando con la gente que no tenía tiempo para distinguir entre el bien y el mal. Puesto que los seres humanos sólo existen en la vida, tienen que dedicar su tiempo simplemente a estar vivos. La vida es movimiento y el movimiento tiene que ver con lo que hace moverse al hombre, que es la ambición, el poder, el placer. El tiempo que un hombre puede dedicarle a la moralidad, tiene que quitárselo forzosamente al movimiento del que él mismo es parte. Está obligado a elegir entre el bien y el mal tarde o temprano, porque la conciencia moral se lo exige a fin de que pueda vivir consigo mismo el día de mañana. Su conciencia moral es la maldición que tiene que aceptar de los dioses para obtener de éstos el derecho a soñar.
Malcom Cowley ha dicho que sus personajes tienen una conciencia de sumisión a su destino.
–Esa es su opinión. Yo diría que algunos la tienen y otros no, como los personajes de todo el mundo. Yo diría que Lena Grove en ‘Luz de agosto’ se entendió bastante bien con la suya. Para ella no era realmente importante en su destino que su hombre fuera Lucas Birch o no. Su destino era tener un marido e hijos y ella lo sabía, de modo que fue y los tuvo sin pedirle ayuda a nadie. Ella era la capitana de su propia alma. Uno de los parlamentos más serenos y sensatos que yo he escuchado fue cuando ella le dijo a Byron Bunch en el instante mismo de rechazar su intento final, desesperado, desesperanzado, de violarla, “¿No te da vergüenza? ¡Podías haber despertado al niño!” No se sintió confundida, asustada ni alarmada por un solo momento. Ni siquiera sabía que no necesitaba compasión. Su último parlamento, por ejemplo: “No llevo viajando más que un mes y ya estoy en Tennesse. Vaya, vaya, cómo rueda uno”. La familia Brunden, en ‘Mientras agonizo’, se las arregló bastante bien con su destino. El padre, después de perder a su esposa, necesitaba naturalmente otra, así que se la buscó. De un solo golpe no sólo reemplazó a la cocinera de la familia, sino que adquirió un fonógrafo para darles gusto a todos mientras descansaban. La hija embarazada no logró deshacerse de su problema esa vez, pero no se descorazonó. Lo intentó nuevamente, y aun cuando todos los intentos fracasaron, al fin y al cabo no fue más que otro bebé.
–¿Qué le sucedió a usted entre ‘La paga de los soldados’ y ‘Sartoris’? Es decir, ¿cuál fue el motivo para que usted empezara a escribir la saga de Yoknapatawpha?
–Con ‘La paga de los soldados’ descubrí que escribir era divertido. Pero más tarde descubrí que no sólo cada libro tiene que tener un designio, sino que todo el conjunto o la suma de la obra de un artista tiene que tener un designio. ‘La paga de los soldados’ y ‘Mosquitos’ los escribí por el gusto de escribir, porque era divertido. Comenzando con ‘Sartoris’ descubrí que mi propia parcela de suelo natal era digna de que se escribiera acerca de ella y que yo nunca viviría lo suficiente para agotarla, y que mediante la sublimación de lo real en lo apócrifo yo tendría completa libertad para usar todo el talento que pudiera poseer, hasta el grado máximo. Ello abrió una mina de oro de otras personas, de suerte que creé un cosmos de mi propiedad. Puedo mover a esas personas de aquí para allá como Dios, no sólo en el espacio sino en el tiempo también. El hecho de que haya logrado mover a mis personajes en el tiempo, cuando menos según mi propia opinión, me comprueba mi propia teoría de que el tiempo es una condición fluida que no tiene existencia excepto en los avatares momentáneos de las personas individuales. No existe tal cosa como ‘fue’; sólo ‘es’. Si fue existiera, no habría pena ni aflicción. A mí me gusta pensar que el mundo que creé es una especie de piedra angular del universo; que si esa piedra angular, pequeña y todo como es, fuera retirada, el universo se vendría abajo. Mi último libro será el libro del Día del Juicio Universal, el Libro de Oro del Condado de Yoknapatawpha. Entonces quebraré el lápiz y tendré que detenerme.

William Faulkner y el oficio de escritor (V)

william faulknerLe preguntaron a William Faulkner (foto) por las cualidades de un buen novelista, sobre trabajar para el cine, por qué hacía contenidos violentos, cómo empezó su carrera de escritor y los autores que lo influenciaron:
–¿Existe alguna fórmula que sea posible seguir para ser un buen novelista?
–99% de talento… 99% de disciplina… 99% de trabajo. El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por qué ellos lo escogen y generalmente está demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra.
–¿Quiere usted decir que el artista debe ser completamente despiadado?
–El artista es responsable sólo ante su obra. Será completamente despiadado si es un buen artista. Tiene un sueño, y ese sueño lo angustia tanto que debe librarse de él. Hasta entonces no tiene paz. Lo echa todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo, con tal de escribir el libro. Si un artista tiene que robarle a su madre, no vacilará en hacerlo…
–¿Trabajar para el cine es perjudicial para la obra de escritor?
–Nada puede perjudicar la obra de un hombre si éste es un escritor de primera, nada podrá ayudarlo mucho. El problema no existe si el escritor no es de primera, porque ya habrá vendido su alma por una piscina.
Se dice que usted como escritor está obsesionado por la violencia.
–Eso es como decir que el carpintero está obsesionado con su martillo. La violencia es simplemente una de las herramientas del carpintero. El escritor, al igual que el carpintero, no puede construir con una sola herramienta.
–¿Puede usted decir cómo empezó su carrera de escritor?
–Yo vivía en Nueva Orleáns, trabajando en lo que fuera necesario para ganar un poco de dinero de vez en cuando. Conocí a Sherwood Anderson. Por las tardes solíamos caminar por la ciudad y hablar con la gente. Por las noches volvíamos a reunirnos y nos tomábamos una o dos botellas mientras él hablaba y yo escuchaba. Antes del mediodía nunca lo veía. Él estaba encerrado, escribiendo. Al día siguiente volvíamos a hacer lo mismo. Yo decidí que si esa era la vida de un escritor, entonces eso era lo mío y me puse a escribir mi primer libro. En seguida descubrí que escribir era una ocupación divertida. Incluso me olvidé de que no había visto al señor Anderson durante tres semanas, hasta que él tocó a mi puerta –era la primera vez que venía a verme– y me preguntó: “¿Qué sucede? ¿Está usted enojado conmigo?”. Le dije que estaba escribiendo un libro. Él dijo: “Dios mío”, y se fue. Cuando terminé el libro, La paga de los soldados, me encontré con la señora Anderson en la calle. Me preguntó cómo iba el libro y le dije que ya lo había terminado. Ella me dijo: “Sherwood dice que está dispuesto a hacer un trato con usted. Si usted no le pide que lea los originales, él le dirá a su editor que acepte el libro”. Yo le dije “trato hecho”, y así fue como me hice escritor.
Usted debe sentirse en deuda con Sherwood Anderson, pero, ¿qué juicio le merece como escritor?
–Él fue el padre de mi generación de escritores norteamericanos y de la tradición literaria norteamericana que nuestros sucesores llevarán adelante. Anderson nunca ha sido valorado como se merece. Dreiser es su hermano mayor y Mark Twain el padre de ambos.
Y, ¿en cuanto a los escritores europeos de ese período?
–Los dos grandes hombres de mi tiempo fueron Thomas Mann y James Joyce. Uno debe acercarse al Ulyses de Joyce como el bautista analfabeto al Antiguo Testamento: con fe.
–¿Lee usted a sus contemporáneos?
–No; los libros que leo son los que conocí y amé cuando era joven y a los que vuelvo como se vuelve a los viejos amigos: El Antiguo Testamento, Dickens, Conrad, Cervantes… leo el Quijote todos los años, como algunas personas leen la Biblia. Flaubert, Balzac –éste último creó un mundo propio intacto, una corriente sanguínea que fluye a lo largo de veinte libros–, Dostoyevsky, Tolstoy, Shakespeare. Leo a Melville ocasionalmente y entre los poetas a Marlowe, Campion, Jonson, Herrik, Donne, Keats y Shelley. Todavía leo a Housman. He leído estos libros tantas veces que no siempre empiezo en la primera página para seguir leyendo hasta el final. Sólo leo una escena, o algo sobre un personaje, del mismo modo que uno se encuentra con un amigo y conversa con él durante unos minutos.
–¿Y a Freud?
–Todo el mundo hablaba de Freud cuando yo vivía en Nueva Orleáns, pero nunca lo he leído. Shakespeare tampoco lo leyó y dudo que Melville lo haya hecho, y estoy seguro de que Moby Dick tampoco.
–¿Sus personajes favoritos?
–Mis personajes favoritos son Sarah Gamp: una mujer cruel y despiadada, una borracha oportunista, indigna de confianza, en la mayor parte de su carácter era mala, pero cuando menos era un carácter; la señora Harris, Falstaf, el Príncipe Hall, don Quijote y Sancho, por supuesto. A lady Macbeth siempre la admiro. Y a Bottom, Ofelia y Mercucio. Este último y la señora Gamp se enfrentaron con la vida, no pidieron favores, no gimotearon. Huckleberry Finn, por supuesto, y Jim. Tom Sawyer nunca me gustó mucho: un mentecato. Ah, bueno, y me gusta Sut Logingood, de un libro escrito por George Harris en 1840 o 1850 en las montañas de Tennesse. Lovingood no se hacía ilusiones consigo mismo, hacía lo mejor que podía; en ciertas ocasiones era un cobarde y sabía que lo era y no se avergonzaba; nunca culpaba a nadie por sus desgracias y nunca maldecía a Dios por ellas.