A Bachelet se admira, pero ¿se imita?

Escribió León Valencia, en el diario El Tiempo de Colombia, una columna titulada “Michelle Bachelet y Álvaro Uribe Vélez”. En ella, hace un parangón entre la actitud que tiene el presidente de Colombia y la que tiene la presidenta de Chile, frente a  situaciones que bien pueden ser comparables. Se refiere León Valencia, en particular, a sus padres asesinados.

Entonces, el columnista, un ex guerrillero del Ejército de Liberación Nacional desmovilizado, destaca la manera cómo la presidenta Michelle Bachelet ha transformado el dolor en una visión, y en una actitud personal y política constructiva. A diferencia del presidente Álvaro Uribe Vélez que no ceja en descargar todo el odio y rencor que pueda llevar dentro, mediante el uso de las armas.

Recordó, pues, León Valencia a la presidenta Michelle Bachelet cuando era ministra de Defensa: “La ví referirse al Ejército con tranquilidad y con afecto. Escuché su apego al Estado de Derecho y la gran confianza que tenía en la democracia y en el proceso de reconciliación del pueblo chileno. Me impresionó”.

En lo personal, dijo, “fue capaz de afrontar el divorcio y forjar unas relaciones amorosas libres, en esa sociedad chilena tanto o más conservadora que la antioqueña. Se apartó del catolicismo y ensayó un espíritu más abierto y librepensador en una cultura especialmente religiosa y tradicional. Perdonó de corazón a sus agresores y se puso en la tarea de aportar su grano de arena al reencuentro de la sociedad chilena y a la culminación de la transición democrática”.

En lo político, considerando siempre la tragedia de sus vidas como el punto de encuentro de los dos mandatarios, León Valencia añade: “Bien les vendría a muchos colombianos de buena intención que hoy acompañan al presidente Uribe en la búsqueda de una segunda reelección, acercarse a la vida de Michelle Bachelet. Descubrirían que todos los argumentos que ha esgrimido el presidente Uribe para cambiar las reglas de juego podría enarbolarlos la señora Bachelet”.

Sin embargo, “ella termina su mandato con un 80 por ciento de popularidad, cifra más alta que la de Uribe. Y ella le entrega el poder a un dirigente político que difícilmente va a continuar la tarea social que a lo largo de los últimos ocho años ha realizado su coalición política”.

Ahí termina el artículo de El Tiempo. Y me quedé pensando en si, realmente, la verdad que proyecta hacia fuera la presidenta Michelle Bachelet ha tenido tierra fértil en su propio país.

Y, en especial, me quedó resonando la observación de León Valencia sobre que ella “perdonó de corazón a sus agresores y se puso en la tarea de aportar su grano de arena al reencuentro de la sociedad chilena y a la culminación de la transición democrática”.

Porque esto es una gran verdad.

Jamás le hemos escuchado palabras de encono, virulencias, ni atizando viejos rencores, como pudo haberlo hecho el candidato Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Por el contrario, la presidenta Michelle Bachelet ha dejado claro, permanentemente, que la justicia debe encontrar la verdad de las cosas.

Si, la presidenta Michelle Bachelet ha llamado insistentemente a contribuir en la construcción del país, a tener una sana convivencia y a curar los espíritus lacerados por la dictadura.

Pero, sinceramente, siendo una gran líder, no creo que ella refleje al país.

Tampoco creo, sinceramente, que el país vea en ella un ejemplo a seguir, a pesar de ese increíble índice de popularidad.

Es como si a la presidenta Michelle Bachelet se le tributara honores, pero ninguno de los tributarios quisiera ser como ella. Puntualmente, en eso de perdonar de corazón, y aquello de aportar al reencuentro de la sociedad chilena.

¿O la gente creerá que perdonar, puede entenderse como falta de carácter, y connivencia con los agresores, sin que medie la verdad de la justicia?

Deja un comentario