Del periodismo al no-periodismo con Pablo Escobar

EnlamiraEl canal Chilevisión ofreció un claro ejemplo de periodismo y de no-periodismo, en dos de sus programas: Primer plano (no-periodismo) y En la mira (periodismo). En el primero, se exaltó la imagen del más despiadado y demencial de los delincuentes del mundo, Pablo Emilio Escobar Gaviria, y se presentó al hijo de éste, Juan Pablo Escobar Henao, quien se cambió de nombre a Sebastián Marroquín, hablando de que él no debe cargar con los pecados de su papá, y de postre a la abogada de los pequeños narcos chilenos, Helhue Sukni.

En el segundo, se presentó la real dimensión del despiadado sicópata Pablo Escobar, en su enloquecida e imposible carrera criminal, cuyo objetivo era nada menos que la presidencia de Colombia. Y, en contraste, a un Sebastián Marroquín que no es el predicador de la paz y la reconciliación, sino el hijo de un criminal que desde niño estaba siendo entrenado para ser otro criminal.

En Primer plano, unas personas que no son periodistas, hablaron de un tema que los rebasó. No podía ser de otra manera: hay una distancia sideral entre solazarse hablando de implantes de silicona y de infidelidades, asuntos consustanciales al programa, y hablar, en cambio, de la vida del mayor narcotraficante y delincuente latinoamericano de los años 80.

En la mira (logo), por fortuna, las cosas se pusieron en contexto: se trató de la sangrienta historia de Pablo Escobar, aborrecido delincuente que algunos veneran en un siniestro culto, y de la versión que ofreció a la justicia colombiana uno de sus más encarnizados sicarios, John Jairo Velásquez, alias ‘Popeye’, que considera a Sebastián Marroquín un peligro para cuando abandone la prisión en la que está encerrado, porque según sus palabras es “un Gandhi gordo” que simula “vender camiseticas”, pero es “un bandido” como su papá, Pablo Escobar. Según el reportaje, Sebastián Marroquín no quiso dar una entrevista que le pidieron, porque el programa periodístico, por ética, no paga para esos casos, lo que sí hace el no-periodismo para llenar de información basura a la teleaudiencia.

Lo que hizo Pablo Escobar al edificar casas para gente pobre, muchas de las cuales fueron habitadas, en realidad, por su propio batallón de sicarios, fue parapetarse tras la gente. De aquí proviene el mote, mal empleado, de Robin Hood. De la misma manera que por haber permeado con sobornos y amenazas casi todas las capas de la sociedad colombiana, y departir en suculentas reuniones con personalidades, no era un socialité, sino un criminal mimetizado.

Como lo definió el periodístico En la mira, Pablo Escobar fue un poderoso, influyente y sanguinario narcotraficante, que Colombia tuvo el infortunio de verlo nacer en su suelo, y no representa al país, como el no-periodismo sí pareciera sugerirlo. Fue un excelente trabajo de En la mira, por lo equilibrado en la presentación de personajes diversos, y un manejo conceptual con ética y buen lenguaje, a cargo del periodista Cristián Donoso, quien viajó hasta “la tierra del café, las esmeraldas y las mujeres bellas”, como definió a Colombia, y logró un auténtico hit noticioso, relevante de verdad, al entrevistar a John Jairo Velásquez, el pistoloco más cercano a Pablo Escobar, quien sabe mucho sobre muchos, y es lo que teme cuando salga en agosto de la cárcel de Cómbita, Boyacá, porque esos muchos saben que él sabe y preferirían verlo muerto.

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