‘Todo en Chile se relaciona al golpe y la dictadura’

La Bicicleta-agos.85En los apuntes sobre los críticos literarios chilenos, uno de ellos, Marcelo Maturana (ganador, por cierto, del concurso de cuento de la revista Paula, versión 2012, con el texto titulado ‘Las estaciones de la noche’), mencionó a cuatro autores de su preferencia, y uno era Antonio de la Fuente. Quise saber un poco más, y buscando a Antonio de la Fuente me encontré con una reveladora, graciosa y desenfadada entrevista que le hiciera Nicolás Folch, en un acto de nostalgia por la revista La Bicicleta, que De la Fuente dirigió los últimos años, antes de irse a Europa. En la entrevista surge la relación de De la Fuente con el poeta Rodrigo Lira, como el segundo leit motiv de la entrevista. De paso, confirmó De la Fuente que Lira había estado en el programa de televisión ‘Cuánto vale el show’ (hallé el fragmento en el que Lira declama unos pocos versos de William Shakespeare, por los que ganó dos mil pesos). Hay que tener agallas para hacer eso, digo, pero Lira se lo tomó entre arrojado e infantil. Y entonces, queriendo ilustrar esta nota con una foto de Antonio de la Fuente me topé con un texto suyo, publicado en la revista mexicana Hermano Cerdo, en el que hace remembranza, justamente, de su entrañable y genial amigo Rodrigo Lira, pero en ninguna parte encontré una foto de De la Fuente; si alguien tiene una, y puede enviármela al email julsua@hotmail.com, ayudaría a completar la presente nota. En su defecto, ilustro con una tapa de La Bicicleta, de agosto del 85, año en el que De la Fuente era su director. La introducción de Folch es esta:

«En esta entrevista realizada por medio de nuestro servicio de desinteligencia water-neon y con la cooperacion de nuestro agente encubierto DE Chantilli, conversamos con Antonio de la Fuente, quien reside actualmente en Bélgica. Con él tratamos temas como el de su amistad con Rodrigo Lira, la poesía, los años en que participaba en la revista La Bicicleta y el ambiente cultural y joven en pleno reinado pinochetista». (A continuación, Folch inicia su divertimento, con una pequeña previa edición que me permití.)

¿Dónde estabas el día del golpe de estado?    El lunes 10 me había ido a dormir muy tarde. Desperté hacia el mediodía del 11. Me fui a mi ‘puesto de combate’ (risas). No encontré a nadie. Volví a la casa al filo del toque de queda. Desde la ventana pude ver cómo los militares les disparaban a los empleados del Servicio nacional de salud que mostraban bandera blanca.

Ciertas personas del mundo de la cultura se refieren a Quilapayún como un grupo que monopolizaba la escena artística durante el periodo de la Unidad Popular. Vale decir que se les critica el no haber dejado espacio para la manifestación del resto de los artistas ¿Cuál es tu opinión al respecto?    No creo que fuera para tanto. Por lo demás, las canciones del Quila durante la UP, La Batea y tal, son chistosas pero malas.

Durante el régimen militar algunos estudiantes terminaron internados en psiquiátricos producto de la paranoia y otros factores de la represión. Yo creo que de esos casos muy poco es lo que se sabe ¿Cuál es el gran tema de la vida social en ese entonces que crees que falta discutir abiertamente?    Sólo los extremistas desaparecían o se volvían locos. Algo habrían hecho. La gente normal sólo se acobardaba.

¿Cómo explicas tú que durante la dictadura se diera la oportunidad para publicaciones que en cierta forma expresaban disidencia?    Las oportunidades no las daban. El futuro para el que trabaja, decía Lira.

¿Cómo integraste el grupo de La Bicicleta?    Era amigo de la gente que creó La Bicicleta en 1977. Empecé a escribir en el número 4. Dos o tres números después me pidieron que me hiciese cargo de la redacción. Desde 1984 hasta que me vine a Bélgica, en julio de 1986, dirigí la revista.

¿Cómo evitaban los estudiantes el espionaje inter universitario que había instalado el régimen militar?    Me temo que no lo evitaban, a pesar de que se trataba de unos espías bastante chapuceros. La novela de Mauricio Electorat, ‘La burla del tiempo’, trata, en parte, de eso.

¿Alguna vez fueron contactados en la revista por grupos o gente que perteneciera a un movimiento armado de oposición a Pinochet? ¿Por qué y qué paso?    No, que yo sepa.

¿Sufrieron allanamientos, seguimientos?    En septiembre de 1986, tras el atentado a Pinochet, entraron a la revista y arrasaron con todo. Yo ya no estaba, vivo en Bélgica desde julio de 1986. Cuento lo que me contaron.

¿Pensaron en algún momento entablar directamente un discurso crítico, politizado contra la dictadura? ¿Hubo deserciones al seno del grupo de La Bicicleta?    En el colofón de la revista aparecían dos ciclistas pedaleando sobre un tándem: ‘En esta revista pensamos todos diferentemente’, decían en síntesis. ‘Aunque no necesariamente’. Ramiro Pizarro, por ejemplo, era el más puntudo de entre nosotros. No siempre estábamos de acuerdo, pero pedaleábamos simultáneamente.

¿Sufrieron decepciones durante la publicación de esta revista? ¿De qué tipo?    Fue imposible conseguir financiar la revista a través de la publicidad. Sin embargo que las ventas eran buenas.

En algunas oportunidades hemos cambiado opiniones sobre música ¿Cuándo nace el interés por la música y cuales fueron tus primeros grupos que marcaron tu adolescencia?    Canto desde siempre. A los catorce años (en 1969) con dos amigos formamos un grupo de rock. Cuando me olvidaba de la letra, rellenaba con frases del inglés escolar. Luego, influenciados por los Jaivas y los Blops, pasamos a componer y a cantar en español. Nuestro ‘hit’ decía ‘Un hombre libre vale por dos, vale por dos, vale por dos’. Entonces ya no sólo cantaba, también ‘percutía’.

¿Podrías contar los hechos concretos de cómo o por qué conociste a Rodrigo Lira?    Con esos mismos amigos hacíamos un programa de rock en la radio. Íbamos a llamarlo ‘La casa roja’, pero vino el golpe y lo llamamos ‘Salón púrpura’. También hacíamos otro que se llamaba ‘La Melcocha’. Por el programa pasaba mucha gente. Mi primer recuerdo de Lira es del otoño de 1974. A la salida de un concierto de jazz en el Instituto chileno-nortemericano pasamos frente a La Moneda. Lira se echó al suelo gritando ‘Hache hache, que vienen los rockets’. Fue su manera de presentarse.

¿A qué atribuyes tú el hecho de tu cercanía con Lira, siendo que muchos se refieren a él como una persona complicada en el plano afectivo?    Rodrigo era mi amigo.

¿Cuándo solía escribir Lira, de mañana, de noche, a toda hora?    Lira tenía una relación bastante profesional con la escritura. Se sentaba a trabajar, principalmente por la tarde y por la noche.

En la vida privada ¿Se refería a él como poeta?    La poesía era su principal ‘rasgo distintivo’, pero no el único.

¿Sabías que se presentaría en “Cuánto vale el Show”?    Sí. ‘Cuánto vale el show’, ‘Sábados gigantes’, ‘El show de la Una’. Chile estaba lleno de oportunidades artísticas.

Si tú eras Lorca dentro del grupo Chamico ¿Por qué hay tan poca de tu producción poética que se conozca? ¿Tienes guardados tus textos para una posible publicación?    Chamico fue sólo una máscara para intervenir en un seminario cultural de la época. Mi papel consistió en sacar las fotos. Lo de Neruda, Hernández y Lorca (por él, por Roberto Merino y por mí) era uno de los muchos fuegos artificiales que lanzaba Lira. Rodrigo era un titiritero y su colección de títeres era alucinante.

¿Cómo se informaban sobre los autores que luego leerían? ¿De dónde surgía la opción por tal o tal autor? ¿Fuentes en el diario, radio, escritores que hablaban de otros escritores, etcétera?    Todo eso, las bibliotecas y San Diego. Eran años de relativa pobreza.

¿Qué era lo que leían en el grupo Chamico?    Yo leía entonces todo lo que me caía entre las manos. Incluso leía ‘El Mercurio’, lo que ya es decir.

En una conversación con su psiquiatra, supe que Lira vivía pendiente de las fases de la Luna ¿Te consta que para él la luna era un factor que lo influenciaba anímicamente?    Sí, Lira era bastante esotérico. Pero también podía ser muy racional. No muy realista, pero sí muy racional.

¿Cuál era el juicio que se tenían en general con respecto a los escritores que se habían exiliado?    A algunos los había leído a través los libros que publicaban Quimantú, Zig Zag, le Editorial Universitaria. A otros los conocí a través de La Bicicleta.

¿Cómo se percibía la figura de Enrique Lihn dentro del movimiento universitario?    Lihn trabajaba en el Departamento de estudios humanísticos, con Parra y Cristián Hunneus, una especie de isla que mantuvo un buen nivel, tanto más cuanto que en el resto de la universidad el nivel estaba a la altura del unto.

¿Es posible que la experiencia de la dictadura y el exilio al revés de fortalecer lazos de amistad, los destruya o corrompa? ¿Cómo ves en este sentido la comunidad de chilenos exiliados en Europa?    No sé mucho sobre eso. Yo trato de ser amigo de mis amigos, tanto en Chile como en Bélgica.

¿Cómo ves el mundo periodístico actual en Chile? ¿Y el literario?    De lejos. Leo los diarios a través de internet y me parecen, en general, bastante malos. Cuando voy a Chile, inevitablemente veo algunas secuencias por la tele. Y me parecen lamentables. He leído pocos libros escritos en Chile durante estos años. Me gustan mucho las crónicas de Roberto Merino.

Con el pasar de los años, nuevas generaciones toman parte de las manifestaciones sociales en Chile. ¿Te parece que han sabido asimilar la experiencia de las generaciones que vivieron el golpe de estado o la dictadura?    Me parece que todo lo que ocurre en Chile está más o menos relacionado con el golpe y la dictadura. Supongo que los jóvenes dirán lo contrario, que ellos están en otra y esas cosas. Y tendrán razón, a su manera, en parte al menos. Para mí, en cambio, todo cuanto ocurre en Chile está relacionado con el golpe y la dictadura.

¿Qué opinas con respecto a eso de que el artista es un provocador de la sociedad?    Estoy más o menos de acuerdo. Pero los provocadores profesionales suelen ser unos latosos. Casi peores que los provocadores aficionados.

Si existiese ¿cuál es el reproche que te haces pensando en los años en que participaste en La Bicicleta?    Me acuerdo que mi amigo Julio Moliné, que vive en California desde 1974, cuando llegó a Santiago en 1980 filmando la visita de la Joan Baez, y viendo cómo hacíamos la revista, me dijo: con un computador lo harían mejor. Y yo no le presté suficiente atención. Algo le presté, tanto así que me acuerdo. Pero no lo suficiente.

Enrique Lihn ofició de jurado en un concurso de la revista ¿La Bicicleta contó siempre con la buena voluntad de los escritores en Chile?    Sí, no vamos a quejarnos. Aparte de la negativa de Juan Luís Martínez que te cuento más adelante, no recuerdo otra. Al contrario, siempre aparecía algún escritor pidiendo que lo entrevistaras.

¿Conociste a Bolaño durante su paso por Chile? ¿Escuchaste hablar de él en esos años? ¿Sabías del encuentro entre Lira y Bolaño?    Nunca estuve con Bolaño. Sabía de él, pero no sé nada de ese encuentro con Lira. Cuenta, cuenta. (Aquí se produce un silencio virtual incomodo, que delata mi ignorancia sobre hechos comprobables. Hacemos salud.)

¿Qué haces cuando vuelves a Chile?    Me muevo por tres lugares, Santiago, Concón y Pichidangui. Estoy con mi familia. Salgo con algunos amigos. Camino.

¿Qué crees que nunca cambiará en nuestro país?    El nombre.

Nicanor Parra, Huidobro, Neruda, Mistral. ¿Crees que son los árboles que no dejan ver el bosque? ¿Es posible escribir en Chile, y bien, sin leer a Neruda?    No, no creo que sea posible escribir bien ignorando a Parra, a Neruda, a Mistral, a Huidobro.

Si te lo propusieran ¿Volverías a revivir la experiencia de La Bicicleta?    Yo creo que sí.

Conociste a J.L. Martínez ¿Cuál fue tu impresión? ¿Qué opinaba Lira de él?    Fuimos una vez a su casa de Villa Alemana. Era un día sábado por la tarde, en el otoño de 1981. Nos recibió su mujer. Juan Luís no estaba pero volvería pronto. Mientras esperábamos, nos entretuvimos mirando sus cuadros con el famoso fox-terrier. Íbamos a pedirle que nos autorizase la publicación de unos poemas suyos. El se mostraba escéptico. En la revista había poca publicidad, como te dije, y la poca que había era sobre la base de canjes. Uno de esos canjes, con el restaurante ‘Altazor’, nos permitía ir a comer allí de tarde en tarde. Cuando Martínez vio el nombre del restorán dijo: ‘Mira en lo que terminan los nombres’. Hablamos bastante. Finalmente, para zanjar la cuestión de la publicación, nos dijo: ‘A mí me interesa más lo incomunicable’. Nos fuimos entonces a Viña, donde por la noche entrevistamos al cantante Víctor Manuel, que cantaba en el Casino.

¿Alguna vez temiste el desenlace de Lira?    Lira tenía unas cuantas cicatrices. El suicidio era una parte ostensible de su figura. Más de una vez llegué a su casa después de algún intento de suicidio. Yo me lo tomaba a la broma pero siempre supe que iba en serio.

¿Cuál es tu autor favorito?    Nicanor Parra.

Si te encuentras lejos de un baño y sientes deseos de orinar ¿Buscas un árbol?    Claro. Sólo voy al baño cuando no hay ningún árbol cerca.

Ves televisión en Latinoamérica y en Europa ¿Cuál es tu juicio sobre este aparato?    Veo el fútbol y los noticieros. De vez en cuando una ‘pilícula’, como las llama Parra.

Últimamente se publicó Declaración Jurada, recopilación de textos inéditos de Lira que tú me regalaste. Se trata de una serie de textos que en su mayoría ya se encontraban en la sección de notas críticas de la Biblioteca Nacional en Santiago ¿Existe la posibilidad de otra edición con textos inéditos de Lira y fuera del alcance de los lectores comunes?    Supongo que aún hay material inédito. Recuerdo unos textos escritos tras la muerte de Armando Rubio en que Lira escarnece la necrofagia gremial. Me acuerdo de haberle dicho que no gastara pólvora en gallinazos. Lira les cambió entonces el nombre y los llamó ‘Pólvora en gallinazos’.

A este respecto ¿Cómo fue posible la inclusión del prólogo que Grinor Rojo hace en Declaración Jurada; prólogo que a la luz de los datos que ahí se exponen, no contó con el cuidado necesario para corregir las imprecisiones del prologuista? ¿Has tenido algún tipo de comunicación con la gente que participó en esta edición?    Ese prólogo me parece harto malo, como decimos en Chile. Es uno de los problemas que tiene morirse. Te mueres, publican tu libro póstumamente y el prólogo lo escribe un tal Grínor Rojo. (Risas del entrevistador que es: Yo)

¿Cuál es tu reacción ante el interés que despierta hoy la poesía de Lira? ¿Sugerirías otro nombre al que aun no se le ha hecho justicia en Chile en tanto que escritor o artista de ese periodo?    Siempre he creído que un día habría lectores para Lira. El también lo sabía. Por lo demás, no creo en la justicia poética o artística. Me gustan mucho las crónicas que escribe Pablo Azócar, no sé por qué no escribe más a menudo.

¿Qué lees actualmente?    Siempre estoy leyendo varios libros a la vez y no siempre los termino. Ahora mismo voy leyendo la Storia de Roma, de Montanelli, Storytelling, de Christian Salmon y El desvío a Santiago, de Nooteboom. Leo varios diarios cada día, comenzando por el diario gratuito que encuentro en el tren. Para el lector compulsivo y errático que soy, internet es una interminable feria de diversiones, con sus casas de los horrores y sus palacios de la risa.

Gracias Antonio. (Terminada la entrevista, el entrevistado salió corriendo y se escondió detrás de un árbol. En los alrededores, no había baño.) (Entrevista realizada por Nicolás Folch para ©Water-Neon.blogspot.com & ©Water-Neon.webnode.com en Caen, Francia, noviembre, 2008)

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  4. Acostumbro cada noche buscar posts para pasar un buen rato leyendo y de esta forma he encontrado vuestro articulo. La verdad me ha gustado el post y pienso volver para seguir pasando buenos ratos.
    Saludos

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