Indulto y odio-país en Chile

La Iglesia Católica levantó polvo con su propuesta de indulto judicial. El punto 4 de la propuesta católica, dice: “4. No sería completa la “mesa para todos” si no considerásemos en esta petición a quienes cumplen penas por delitos contra los derechos humanos cometidos durante el Régimen Militar. Es un tema que debemos poner sobre la “mesa de todos” para conversarlo con la seriedad que corresponde, especialmente en el Parlamento de la República. No olvidemos que no todos ellos tuvieron igual responsabilidad en los crímenes que se cometieron. A nuestro parecer no cabe ni un indulto generalizado ni un rechazo general del indulto a todo ex uniformado condenado. La reflexión debe distinguir, por ejemplo, el grado de responsabilidad que le cupo a cada uno, el grado de libertad con que actuó, los gestos de humanidad que tuvo y el arrepentimiento que ha manifestado por sus delitos”.

A muchos no les gustó que se hable de indulto para los asesinos de la dictadura de Augusto Pinochet. Hagamos memoria de que la justicia chilena encontró que la central de inteligencia de la dictadura, la Dina, era un organismo que actuaba como instrumento del “terrorismo de Estado”. De esta manera, los delitos cometidos por orden o al amparo de la Dina, son de lesa humanidad. Y los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles.

Es para todos estos uniformados (o bajo el régimen de los uniformados), que se propone también el indulto. En lo personal, no estoy de acuerdo con indultar a nadie, militar o civil. Quien cometió el delito, debe pagar…

Pero aunque no esté de acuerdo con el indulto, hay un embotellamiento nacional, un asunto-país que no se ha podido solucionar: el odio. Chile es un país lleno de odio. Un odio que se engendró durante la dictadura de Augusto Pinochet, y que se hizo bien poco para superar, durante los 20 años de Concertación. Antes bien, se creyó que alimentando el odio se podía estar en el poder para siempre. Y ya está visto que no es así.

Porque, tarde o temprano, el fantasma nos alcanza. Y un día, hay que darle solución al asunto. Darle cierre al odio. Y la solución no puede ser sino “de país”, porque ya sabemos que individualmente nada devolverá a los familiares muertos.

Tras la caída del régimen Nazi en Alemania, los nazis que fueron 1)capturados, o cazados en América Latina, se pusieron a órdenes de la justicia. Fueron 2)procesados y 3)condenados y 4)encarcelados. No hay otra manera de reparar el daño que causaron. Alemania quiso cerrar sus heridas aplicando justicia, no venganza.

En Chile, los autores de delitos de lesa humanidad no han sido todos detenidos y procesados y encarcelados. Y muchos que sí lo han sido, recibieron penas leves. ¿Y ahora, indultarlos? El argumento es que son viejos. Sí, son asesinos que se pusieron viejos, no son “viejitos buenos”. ¿Se imaginan, con este argumento del “viejito enfermo”, estar hoy soltando a Paul Shäefer, por indulto?

La manera de superar el odio-país es 1)capturando a los criminales, 2)juzgándolos, 3)condenándolos a penas severas, 4)encarcelándolos. Y que esto lo asuman los familiares de las víctimas, como el cierre de sus penas del corazón.